Elegancia versus sinceridad

Lao Tse fue un filósofo chino que vivió probablemente en el siglo IV a.C. Es considerado como una de las mentes más brillantes que ha dado oriente. Mucho de su pensamiento se conserva a modo de aforismos. Una de esas gemas de pensamiento dice:
Las palabras elegantes no son sinceras; las palabras sinceras no son elegantes.
Lao Tse deja en evidencia uno de las paradojas del hablar asertivo, si se quiere ser honesto, es muy difícil ser diplomático.

La lógica de lo políticamente correcto

Vivimos una época donde la elegancia ha reemplazado a la sinceridad. Se prefieren palabras almidonadas y de circunstancia, antes que abordar con transparencia y directamente cuestiones que a menudo simplemente son soslayadas.

Los asertivos o directos, en la lógica de lo “políticamente correcto” son tildados de maneras despectivas llegando incluso al desprecio. La lógica de lo políticamente correcto es la filosofía de la simulación, de la sonrisa efectista, de las palabras que esconden medias verdades. Se prefiere eso a ser honesto completamente.


La sinceridad no es un bien apreciado en muchos ambientes donde la lógica imperante es “no ofender a nadie”, aún cuando con ese planteamiento se caiga en la negación de la verdad y la defensa de las formas y la falta de transparencia.

Un Jesús políticamente incorrecto

A menudo se pinta una imagen de un Jesús políticamente correcto, alguien que adornaba la verdad, y que pretendía llevarse bien con todos…. La realidad dista mucho de ese estereotipo históricamente absurdo. Si Jesús viviera hoy lo más probable es que causaría escándalo con sus palabras, especialmente a aquellos que están acostumbrado al discurso adornado y a la palabra dicha con anfibologías (discurso sofista que decía frases que podían ser entendidas de más de un modo, de esa forma quedaban bien con todos).

Al leer sus reprensiones a los fariseos lo que se observa son expresiones ferozmente honestas, tanto que la mayoría de los cristianos, seguidores del Maestro se niega a pronunciarlas por temor a ser tildados de duros, crueles o insensibles con los sentimientos de otros.

A modo de ejemplo iluminador, algunas de las expresiones que utilizó Jesús y que hoy ciertamente serían motivo de escándalo entre algunos de los adornadores de discursos:

Hipócritas
¡Hipócritas! Les cierran a los demás el reino de los cielos, y ni entran ustedes ni dejan entrar a los que intentan hacerlo” (Mt. 23:13).
El Diccionario de la Real Lengua Española define hipocresía como “fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan”. En otras palabras, el hipócrita finge ser lo que no es. Se pone una máscara y muestra algo distinto.

No nos atreveríamos a llamar a algunas personas de ese modo, aunque lo pensemos, menos con la soltura aparente que lo hizo Cristo. No tuvo empacho en catalogarlos de esa forma, fue su manera de desenmascararlos.

Difícilmente en algunos púlpitos o entornos actuales le permitiríamos a Jesucristo expresarse de ese modo, seguramente se le pediría moderación en sus palabras y respeto. ¡Qué ironía! Los seguidores de Jesús solemos ser tan cuidadosos que parecemos políticos ensayando continuamente discursos de buena crianza.

Guías ciegos
Guías ciegos” (Mt. 23: 16).
La siguiente frase de Jesús es una ironía que raya en el insulto. Nadie en su sano juicio le encomienda su vida a un guía ciego. Se supone que la persona que orienta debe ser capaz de ver con claridad y observar los baches y peligros del camino.

Al caracterizar a los fariseos de ese modo les está diciendo que ellos creen ser guías, cuando en realidad son ciegos, que no pueden conducir a nadie. Seguramente quienes escucharon estas palabras no deben haberse sentido cómodos, todo lo contrario, es una frase poco feliz, según los cánones de la diplomacia religiosa que busca “caer en gracia” antes que “llevar a la gracia”.

Ciegos insensatos
¡Ciegos insensatos! (Mt. 23:17).
Pero las palabras de Jesús van en aumento, y su dureza es cada vez mayor. En la siguiente parte de su discurso adjetiva a los que antes ha tratado de ciegos y ahora los llama insensatos.

Nuevamente el Diccionario de la Real Academia viene en nuestro auxilio para expresar exactamente qué está diciendo Cristo. Insensatez es “necedad, falta de sentido o de razón”. En otras palabras, los está tildando de irracionales. La palabra insensato también es sinónimo de alocado, loco, necio, desatinado, imprudente, irreflexivo, irrazonable.

De ningún modo Cristo los está halagando, al contrario, los está confrontando con su falta de sabiduría y con las mentiras que han creado para engañar a otros. En ningún caso está buscando caerles simpáticos. Muy distinto al discurso de algunos de sus seguidores que han buscado el discurso políticamente correcto, porque les interesa más el favor de otros, que la defensa de la verdad.

Pero el discurso no acaba allí, si hubiese sido hasta allí, seguramente algunos del discurso florido moverían la cabeza y tenderían a creer que Jesús se extralimitó. Pero lo que viene es simplemente escandaloso.

Falsos
¡Hipócritas! Limpian el exterior del vaso y del plato, pero por dentro están llenos de robo y de desenfreno (Mt. 23: 25).
Ya les ha dicho hipócritas, ahora da un paso más y simplemente los trata de ladrones y desenfrenados. El discurso se torna decididamente políticamente incorrecto. Deja en evidencia el tipo de personas que son, sin ambigüedades, sin discursos floridos, sin palabras de buena crianza, ni expresiones almidonadas. No se los manda a decir con nadie.

Sepulcros blanqueados
Sepulcros blanqueados. Por fuera lucen hermosos pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de podredumbre (Mt. 23: 27).
El último de los ejemplos es francamente ofensivo. No tiene límites para calificar la verdadera condición de sus interlocutores. Simplemente pasa a la descalificación. Los trata de podredumbres y de estar carcomidos por dentro.

La imagen del sepulcro blanqueado es simplemente horrorosa. Si se piensa bien en la figura y en lo que representa, es algo difícil no sólo de imaginar sino de ver.

Quienes lo escuchaban quedaron en silencio, estupefactos al ver cómo el discurso de Jesús se tornaba virulento y sin ningún tipo de adorno zalamero les dijo claramente lo que él pensaba de ellos. La ambigüedad no era una característica de Cristo.

¿Qué nos ha pasado?

No sé en qué parte del trayecto el discurso cristiano se tornó políticamente correcto, pero en algún momento dejamos la senda de Jesucristo.

No sé si el discurso de Jesús debe pronunciarse del mismo modo, pero, sin duda, su forma de interactuar con los religiosos que se habían convertido en guías de ciego dista mucho de ser la forma habitual de los cristianos.

Sin duda ha habido cristianos en todos los tiempos capaces de jugársela por un discurso que no es políticamente correcto, y han pagado el precio. Pienso en un Martín Luther King o en Dietrich Bonhoeffer. Dos teólogos a los que admiro profundamente, cuyo discurso les costó la vida y paradojalmente ambos en sociedades cristianas, el primero en EE.UU. y el otro en Alemania.

La verdad dicha sin ambigüedades, la palabra pronunciada sin miedo, la mentira dejada al descubierto, el engaño evidenciado sin palabras almidonadas, esas son las características del discurso de Jesús. Probablemente a eso debemos aspirar, o seguiremos en la senda en que estamos, mimetizados, con miedo a asomar la cabeza, simplemente con un perfil bajo, para ser “políticamente correctos”.
¡Ay Jesús, que desubicado estarías hoy!

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