Amistad

En medio de la crisis y de las dificultades, una cosa queda al final: Llegas a conocer realmente quiénes son tus amigos, los de verdad, los que no hablan sólo de la boca para afuera, las personas con las que puedes contar en los momentos difíciles. Como cuando se cierne la arena y finalmente quedan las rocas, los que verdaderamente importan, y eso, aunque doloroso a veces, ha sido una experiencia aleccionadora.

Un amigo es una persona que está contigo de manera incondicional. No te vende por un plato de aplausos partidistas ni te cambia por la aprobación de un jefe. Es alguien que está contigo, aunque eso suponga perder réditos políticos. Para sanidad mental es necesario apartarse de aquellos que sólo son tamo que arrebata el voto del momento.

Un amigo es alguien que te ama a pesar de tus errores. Como dijera alguna vez el ensayista norteamericano Elbert Hubbard:


Un amigo es uno que lo sabe todo de ti y a pesar de ello te quiere.
Cuando alguien te apoya sólo cuando tu conducta es acertada y se aleja cuando cometes un error, entonces ese individuo, simplemente, no es tu amigo, es un enemigo encubierto. Un amigo te sigue queriendo aunque te equivoques, no te lapida ni es parte de la bandada de buitres que viene a comer tu carne cuando caes.

Un amigo no se aleja cuando difieres. No es aquel que piensa al ritmo tuyo, ni sigue tus mismos pensamientos, pero es alguien en quien puedes confiar aunque discrepe. Cuando alguien sólo mantiene su amistad contigo porque comparte la misma opinión y se aleja o te traiciona, porque difiere de tu manera de pensar, esa persona nunca ha sido amigo, es sólo un verdugo de la inquisición que se ha disfrazado de amigo para ganar tu confianza. Con un amigo no temes opinar, como dijera el extraordinario Ralph Waldo Emerson:
Un amigo es una persona con la que se puede pensar en voz alta.
Un amigo es un hermano que se mantiene contigo a pesar de las dificultades. No podemos dejar de ser hermanos de los hermanos, simplemente, porque una situación no sea lo que esperamos. Los amigos de verdad, los que realmente interesan, los que no sonríen sólo porque hay flashes o fotógrafos, son aquellos que te han elegido como hermano y no renunciarán a dicho estado familiar, sólo porque en algún momento en el camino aparece un escollo.

Un amigo es aquel que te acepta a pesar de tus defectos. No actúa como si fueras perfecto, porque eso sería irracional, pero entiende que todo ser humano es débil en algunos aspectos y fuerte en otros. Como diría un proverbio turco:
El que busca un amigo sin defectos se queda sin amigos.
Algunos de mis “amigos” han partido porque no han tolerado algunos de mis “defectos”, y lo pongo entre comillas, porque es algo relativo. Si hablar con la verdad, de cara a la gente, si empeñarse en decir lo que se piensa aún a costa de no ser políticamente correcto, si ser honesto y fiel a la justicia, si no estar dispuesto a besar la mano del tirano, si defender al débil, si declarar sin ambigüedad el error, si oponerse al mobbing y al bulling laboral, es un defecto, entonces, bienvenidos los amigos verdaderos que han quedado, porque esos si son los que cuentan, los de verdad, los que no temen llamar al engaño y la mentira por su nombre, los que no venden su conciencia ante un dictador. Personas con ese “defecto” son diamantes valiosos y de algunos de ellos me precio de ser amigo. Los demás, es un alivio haberlos conocido realmente y ya no estar con ellos, no se puede vivir rodeado de lobos disfrazados, es mejor estar acompañado de quienes verdaderamente son lo que dicen ser.

William Shakespeare alguna vez escribió:
Los amigos que tienes y cuya amistad ya has puesto a prueba, engánchalos a tu alma con ganchos de acero.
Parafraseando al gran dramaturgo podríamos decir que del mismo modo, que a quienes hemos puesto a prueba y han revelado su verdadera identidad engañosa, es preciso dejarlos. Debemos hacer el duelo que corresponde por ellos, pero como dijera Jesús,  es preciso enterrar nuestros muertos y seguir. No es sabio permitir que quienes se hicieron llamar amigos sin serlo, se conviertan en lastre que impida vivir a plenitud.

Un amigo es alguien que alumbra en medio de la oscuridad. En medio de las dificultades he descubierto la luz de quienes son faro que guía y se mantienen así en medio de la tormenta. Como dijera el  gran poeta de la India, Rabindranath Tagore:
La verdadera amistad es como la fosforescencia, resplandece mejor cuando todo se ha oscurecido.
En momentos difíciles, aparecen los amigos que siempre han estado allí, para darte la seguridad de su luz, para ser la luminosidad al final del túnel, para mostrarte que  luego de la larga noche de la tristeza y el dolor, siempre sale el sol para darnos esperanza.

Un amigo verdadero te habla a la cara, te regaña, te exhorta, te reprende incluso, pero te sigue amando. Los que no son amigos, los engañadores de siempre, los que cantan loas hacia ti cuando entras triunfante a la ciudad, y luego hablan a tus espaldas cuando llega la noche, esos simplemente, no son amigos.  

Como dijera el sabio Salomón:
Más confiable es el amigo que hiere que el enemigo que besa (Proverbios 27:6).
Los enemigos siempre hablan a tus espaldas, no son honestos ni confiables. De cara a ti te sonríen, cuando le das la espalda esparcen rumores, dicen medias verdades, son oportunistas del aplauso político, callan cuando deben hablar, hablan cuando deberían callar.

Un amigo es alguien en quien puedes confiar. Sabes que no te traicionará de ningún modo, que estará dispuesto a cortarse la mano por ti, porque sabe quién eres. No irá una palabra ni realizará un acto que ponga en duda su amistad hacia ti. Si no puedes confiar, entonces, ya no hay amistad, si es que acaso alguna vez la hubo. La confianza es el aceite que ayuda a que se mantenga el vínculo a pesar de los roces, del trajín de la vida, de la lucha constante contra las aves rapaces y de la dificultad que supone ser simplemente humanos.

Un amigo nunca, por ninguna razón, te confunde con un medio para lograr algún propósito. Te trata con respeto, te acepta con inteligencia, pero nunca te vende a los mercaderes de la muerte, esos que pululan siempre y que no dudarían en vender a su madre si eso significa un voto político o el aplauso de la masa.

Un amigo verdadero siempre te reprende en secreto pero te alaba en público. Nunca, por ninguna razón, expone ante la plebe tus debilidades ni da motivos para que vengan los gusanos y penetren por las heridas que te has hecho en el camino.

Un amigo te acompaña cuando estás herido, caído en el camino, solitario en el dolor, y lloroso por la implacable espada del tormento. No se aleja, no calla, no se mantiene en silencio cuando debería acompañarte. Es en el dolor cuando realmente conoces a los verdaderos amigos, los que vienen a cubrir tus heridas y no a celebrar la sangre que escapa de tu úlceras.

Un amigo de verdad nunca se fija en el exterior, no se guía por el rating político, no se deja llevar por las opiniones de la masa, no va en la riada de los “me dijeron”, “escuché”, o “supe de buena fuente”. El que es verdadero conoce tu interior, sabe cómo eres en el fondo, no le impacta la opinión de quienes sólo contemplan tu imagen sin conocer tu esencia.

Un amigo viene a ti, especialmente en la adversidad. Los que están contigo en la prosperidad, cuando caen tintineantes las monedas del aplauso y de la fama, y se van silenciosos, cuando vienen momentos tormentosos, esos simplemente son falsos amigos, tan vanos como moneda falsificada. Se ven bien, parecen ser, pero no son más que imitación del verdadero valor, billetes que sólo sirven para la hoguera.

Un amigo te auxilia cuando nadie más lo hace. Como dijera el escritor británico Thomas Fuller:
Es amigo mío aquel que me socorre, no el que me compadece.
La compasión es engañosa, en muchos sentidos supone un ardid, porque pone al que compadece en una situación pasiva y alejada. La amistad es activa. El amigo te busca en la necesidad, va hacia ti cuando estás débil y necesitado, te extiende la mano aunque tú no lo busques.

Conclusión

En el año que pasó, si algo bueno ha tenido, es que me ha permitido separar el tamo del trigo. Ahora sé con total certeza quienes son mis amigos verdaderos y quienes son simplemente un recuerdo doloroso. La vida es demasiado corta para llorar por los falsos amigos. Mejor es concentrarse en quienes han detenido el viento cuando estabas en medio de la tempestad.

© Dr. Miguel Ángel Núñez. Prohibida su reproducción parcial o completa sin la autorización expresa del autor.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Carta al futuro novio de mi hija

Maledicencia, el pecado del que no se habla

¿Discípulos pobres e ignorantes? ¿Se sostiene el mito?