Día internacional de la discriminación

Oficialmente es el Día Internacional de la Mujer, sin embargo, como todos los mecanismos que el ser humano crea para calmar su conciencia, este día simplemente deja en evidencia la profunda diferencia que existe entre varones y mujeres.

Mery Alin Núñez Thomann
Originalmente se denominaba el “día internacional de la mujer trabajadora”, lo que era peor, como si no existiera una mujer que no sea trabajadora. La mayoría de las mujeres labora las ocho horas laborales normales y las horas adicionales que ocupan para atender sus casas, mientras sus machos ―llámese hijos y maridos― que bien podrían llamarse “aspirantes a cuervos” y “zánganos puertas adentro”, simplemente se sientan a descansar y a mirar, como ellas corren de un lado a otro para cuidar niños, preparar comida, hacer el aseo, lavar ropa, remendar, planchar, ayudar en las tareas escolares, etc.

Hay muchos varones que son la excepción a la regla y colaboran. Han entendido que ser padre también implica ayudar y acompañar. Que las mujeres no deben llevar solas la carga. Siguen el principio simple de “el que ensucia limpia”, y no esperan un pedido o una súplica, simplemente cuando hay que limpiar limpia, cuando hay que cuidar cuida, cuando hay que cocinar cocina, cuando hay que lavar lava, cuando es preciso arreglar algo sólo lo arregla, y así sucesivamente. No es un niño al que hay que atender y cuidar como si fuera un infante.


La mayoría, simplemente dan por hecho que sus mujeres tienen que limpiar, lavar, planchar, cocinar, asear y ellos, sólo serán espectadores de la doble jornada de las mujeres.

Mery Alin, Mery, Katy
Femicicio y violencia

Una de cada tres mujeres es o será maltratada por varones de su entorno, llámese padres, hermanos, tíos, suegros o esposos.

En EE.UU., un país que suele dar cátedras de ética al mundo, cada 12 segundos una mujer es maltratada.

Según un dato que arroja Wikipedia en el artículo “femicidio”: “Las mujeres entre los 15 y los 44 años tienen una mayor probabilidad de ser mutiladas o asesinadas por hombres que de morir de cáncer, malaria, accidentes de tráfico o guerra combinados”. Las estadísticas suelen ser frías y sin nombre, no sangran ni lloran, pero sólo pensar en este dato es como para llorar.

Muchos varones dan por sentado que pegarle o maltratar a una mujer es simplemente un derecho, algo en lo cual nadie debería meterse. Sin embargo, eso obedece a una cultura de la violencia selectiva contra la mujer que no admite un análisis serio.

Pégale a la pared

Hace unos días escuché la canción del cantante mexicano Reily:

Tengo madre, tengo hermana, tengo primas, tengo tías, tuve nana
Tengo amigas, vecinas y una novia que me ama,
Tuve una esposa y dos abuelas
Mi sobrina Carolina es la princesa,
de este cuento que nunca se va a terminar

Las mujeres son el alma de la vida,
la caricia más perfecta, son el aire
Las mujeres son la luz de medio día,
la razón de que este mundo no se acabe

Y aunque a veces nos aturden todo el día,
son valientes y no merecen un cobarde
Soy un hombre y me duelen sus heridas,
nunca olvido aquel consejo de mi padre
Pégale a la pared, pégale a la pared,
pero nunca a una mujer, nunca, nunca a una mujer

Tienes madre y lo que sigue,
no lo repito por que sonaría igualito
No soy un santo ni quiero cantarte un sermón,

Solo te pido tu respeto
Somos hombres y ellas no son un objeto,
que te cuesta llorar y pedirles perdón
O me vas a decir que te falta valor,

las mujeres son el alma de la vida
La caricia más perfecta son el aire,
las mujeres son la luz de medio día

La razón de que este mundo no se acabe,
y aunque a veces nos aturden todo el día
Son valientes y no merecen un cobarde,
soy un hombre y me dueles sus heridas
Nunca olvido aquel consejo de mi padre,

pégale a la pared, pégale a la pared
Pero nunca a una mujer, nunca,
nunca a una mujer,
Pégale a la pared

Deberían poner en cada puerta, en cada refrigerador, en cada pared que un varón mira: “Pégale a la pared”, “patea piedras”, “grítale al viento”, pero no a una mujer, ni a nadie, porque la violencia es la renuncia a la humanidad, la constatación de que somos seres que necesitamos vivir en paz para existir con sentido.

Los días simbólicos que no sirven

El día internacional de la mujer se celebra desde el año 1911, es decir, más de 100 años, recordando una vez al año que nacemos de mujer, que hemos sido alimentados por pechos de mujer, que son ellas las que nos han dado los primeros pasos y los alientos que nos continúan manteniendo hasta el día de hoy, sin embargo, esos días simbólicos sólo sirven para los discursos de los políticos que son especialistas en decir y no hacer, en adular sin actuar, en hablar sin importarles nada más que sus propios bolsillos (estoy generalizando, pero me cuesta encontrar las excepciones).

No creo en estos símbolos vacuos. Creería más cuando empecemos a crear escuelas sin diferencias de género, leyes que efectivamente conserven la paridad entre los géneros, iglesias y discursos de religiosos que no sigan discriminando basándose erradamente en la religión, hogares donde prime la relación de colaboración y no el servilismo, etc.

Es preciso educar. A varones y mujeres para que entiendan la necesidad de vivir sin los constantes guiños a la discriminación.

Estadísticas de terror

Una muestra de que no sucede mucho con estos esfuerzos y discursos que duran un día es que:

·         Cada 18 segundos una mujer es maltratada en algún lugar del mundo, según el último informe de las Naciones Unidas.
·         Una de cada cinco mujeres en el mundo es víctima de maltrato al interior de sus hogares según datos de la Organización Mundial de la Salud.
·         En ningún país del mundo la mujer tiene el mismo estatus ni oportunidades que los varones, por muchos que nos jactemos que somos civilizados.
·         La principal causa de muerte en las mujeres de 14 a 44 años en el mundo, es la violencia doméstica.
·         Según un informe de la UNIFEM: “Al menos una de cada tres mujeres en todo el mundo ha sido golpeada, coaccionada sexualmente o ha sufrido otro tipo de abuso en su vida (siendo el culpable de los abusos generalmente un conocido)”.
·         El Banco Mundial establece que la violencia contra la mujer es la “causa de muerte e incapacidad entre las mujeres en edad de procrear tan seria como el cáncer y una causa de mala salud más frecuente que los accidentes de tráfico y la malaria juntos”.
·         Sólo 45 países en el mundo tienen una legislación específica sobre violencia doméstica que pretende proteger, al menos en el papel, a la mujer.
·         La mayoría de las mujeres sufren de desigualdad laboral, a mismos trabajos con los varones, reciben entre un 30 y 45% menos de salario que los varones en labores similares.

Religiosos y la mujer

Paradojalmente, uno de los referentes más discriminatorios en relación a la mujer son las religiones. No sólo el mundo musulmán, sino también el ámbito cristiano.

La mayoría de las congregaciones religiosas cristianas no aceptan entre sus líderes a mujeres. En casi todos los grupos religiosos cristianos los que dirigen las directrices morales, éticas y religiosas son varones. En casi todos los seminarios teológicos cristianos a nivel mundial, son los varones mayoritariamente los que enseñan y los que aprenden.

Siendo que los cristianos son seguidores de Jesús, quien con su actitud y conducta revolucionó la forma de tratar a la mujer de su tiempo, y estableció un modelo para todas las culturas y todos los tiempos, aún hay mucha tarea que realizar para enseñar a los varones a no torcer las Escrituras para dar mensajes discriminatorios. Aún hay líderes religiosos que esperan que las mujeres se mantengan en silencio, sean sumisas, acepten el maltrato y la discriminación como directriz divina, y que no enseñen. Se las trata con paternalismo, asistencialismo y creyendo que son más débiles por lo tanto hay que “protegerlas”, “cuidarlas” y “guiarlas”, todos conceptos sexistas que nada tienen que ver con una religión sana y con un Dios que “no hace acepción de personas”.

Conclusión

No me gusta el Día internacional de la mujer, porque sólo sirve para recordar la discriminación. Alguien podrá decir: “Algo es algo”.

Sin embargo, no me conformo, quisiera más. Una educación no sexista. Iglesias paritarias. Sociedades de respeto. Empresas con igualdad en base a mérito y no sexo, etc.

Es probable que sea soñador. Pero, no puedo evitarlo. No quiero dejar de creer en las utopías. Tal vez algún día mi hija será tratada exclusivamente por ser persona, y no porque es mujer. Nadie mirará a mi esposa como alguien que debe depender. Ni nadie tratará a mi madre como una anciana que como mujer no tiene mucho que aportar. ¿Será mucho pedir una iglesia, una escuela, una universidad, una sociedad, sin diferencias de género?

© Dr. Miguel Ángel Núñez. Prohibida su reproducción parcial o completa sin la autorización expresa del autor.

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