Mi universo
Me encanta la música. Escucho música todo el día y a toda hora. Cuando estoy trabajando o leyendo, mi mejor forma de concentración es con música. Sólo que debo leer con música sin letra, de otro modo, me desconcentro. Cuando salgo a caminar o me dirijo a algún lugar, invariablemente voy con mi Ipod.
© Dr. Miguel Ángel Núñez. Prohibida su reproducción parcial o completa sin la autorización expresa del autor.
Hoy reflexionaba en qué canción cristiana es la que más me ha impactado en el último tiempo y sin duda es “Mi universo” de Jesús Adrian Romero, según mi apreciación subjetiva, el mejor canto cristiano escrito en los últimos años. La música la encuentro genial y la letra me recuerda la necesidad de hacer de Dios no sólo un anexo a mi vida, sino que sea todo mi universo.
“Que seas mi universo / no quiero darte solo un rato de mi tiempo / no quiero separarte un día solamente”.
Creer que la adoración a Dios se circunscribe a un día no sólo habla de dogmatismo, sino de una vinculación infantil con Dios. Necesitamos aprender a incorporar a Dios en todo lo que hacemos, en todo lo que somos.
A veces solemos jactarnos de que “guardamos” (palabra que está mal usada) un día para el Señor… no me gusta la idea, ni de “guardar” (me suena a encajonar) ni de hacerlo un día. No somos cristianos por un día, sino cristianos de 24 horas. Cuando no lo entendemos nuestra vinculación cristiana se convierte en mero formalismo litúrgico.
“Que seas mi universo / no quiero darte mis palabras como gotas / quiero un diluvio de alabanzas en mi boca”.
Del mismo modo, creer que la alabanza es para la iglesia, también es infantil y dogmático. Cuando escucho frases como “voy a la iglesia a alabar”, “el templo es para la adoración”, pienso en cuánto daño ha hecho al cristianismo el proceso que inició el emperador Constantino con su falsa conversión al cristianismo y con el invento de los templos, haciéndolos cada vez más fastuosos, opulentos y lejos de la sencillez del evangelio. De hecho los templos fueron planeados para la pasividad y entender a Dios lejano. Cuan alejado de la idea que tenían los apóstoles de vínculo, comunión en pequeños grupos que se reunían en las casas para dar testimonio y gozarse mutuamente de las bendiciones de Dios.
En todo momento, no sólo en lo que hablamos sino en lo que vivimos, es preciso alabar a Dios. La alabanza es un estilo de vida, no una forma litúrgica carente de vida y convertida en mera actuación de especialistas. En el modelo de la alabanza bíblica, no hay lugar para expertos en la alabanza, cada cristiano está llamado a alabar en su forma y en un acto sólo con Dios, no como “parte especial” o simplemente show mediático.
“Que seas mi universo / Que seas todo lo que siento y lo que pienso”.
Llenar de Dios nuestros pensamientos, hacer de Dios nuestro horizonte, el norte que guíe nuestras conductas. Cuando lo perdemos de vista, sin duda, todo cambia y estamos proclives a desviarnos.
Nuevamente no se trata de escuchar a otras personas que nos digan qué creer, sino de vincularnos personalmente con Dios para permitir que él inunde con su Palabra y el Espíritu Santo nuestra mente.
“Que seas el primer aliento en la mañana / y la luz en mi ventana”.
Los que me leen ya saben que la peor hora del día para mi es la noche cuando hay que ir a descansar, nunca he superado ese sentimiento infantil de que hay tantas cosas para hacer y viene la noche y nos interrumpe. Por eso, mi mejor hora del día es la mañana, especialmente la madrugada. Abro los ojos con alegría, con el sentimiento de que es hermoso estar vivo.
Sentir que en las primeras horas del día contamos con la presencia de Dios es inigualable. Es algo personal, no es colectivo ni de grupos. Es una experiencia de individuos que se acercan en privado a la gracia para recibir la unción.
“Que seas mi universo / Que llenes cada uno de mis pensamientos / Que tu presencia y tu poder sean mi alimento / oh Jesús es mi deseo”.
¡Qué hermosa oración! Cada cristiano debería anhelar lo mismo, ese sentimiento de que sólo la presencia de Dios en nosotros será nuestro “alimento”. Cuando recurrimos al formalismo para lograr esta experiencia, simplemente nos quedamos lejos de lo que Dios anhela darnos. Dios espera ser todo para nosotros, pero es nuestra la opción de darle un lugar. Dios nos respeta tanto que nunca se entrometerá en nuestras vidas en contra de nuestra voluntad.
“Que seas mi universo / no quiero darte solo parte de mis años / te quiero dueño de mi tiempo y de mi espacio”.
Cuando escucho a algunos de mis alumnos decir que vienen a estudiar teología “para servir mejor al Señor”, me da tristeza, por su miopía, por la carga de prejuicios e ideas absurdas que tienen en su mente, por la cantidad enorme de conceptos erróneos que les han inculcado. Creer que se sirve al Señor sólo en el pastorado, no sólo es un error, es una herejía nacida en la mente distorsionada y depravada de clérigos medievales. Todos los cristianos estamos llamados a “darle los mejores años de nuestra vida a Dios”. Dios espera ser el dueño de nuestro tiempo y espacio, sólo si lo dejamos.
Se puede ser un buen servidor de Dios en cualquier tarea que emprendamos. Es un dogma medieval creer que hay servidores especialistas de Dios.
“Que seas mi universo / no quiero hacer mi voluntad quiero agradarte / y cada sueño que hay en mi quiero entregarte”.
Dios se complace con un pedido de este tipo, precisamente porque es lo que quiere hacer, guiar a personas que lo acepten voluntariamente como guía.
Dios espera ser nuestro universo. Espera ser el aire que llene nuestros pulmones. Quiere estar a cada hora con nosotros. Desea que le demos lo mejor de nuestras vidas. Lamentablemente el plan maestro del enemigo de Dios, que consiste en la formalización de la religión ha dado paso a una religión de cultos, formas y liturgias, separado de la verdadera esencia de la fe que es la relación personal e individual del individuo con Dios.
Confío en que Dios sea nuestro universo en todo lo que hagamos.
© Dr. Miguel Ángel Núñez. Prohibida su reproducción parcial o completa sin la autorización expresa del autor.
Excelente pastor, hoy, dentro de nuestra misma organización actuamos como musulmanes occidentales. Que tristeza que los predican de amor tengan repudio o muestren una acción de rechazo hacia aquellos que pensamos que las religiones nos deben unir, que el amor de Cristo nos debe constreñir, porque solo existe un DIOS para todos y su amor es para buenos y malos, y a estas alturas cuando volteo a ver a mi al rededor y veo a muchos que predican del amor de Jesús, ya no se ni quien sea bueno o malo.
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