El desierto florecerá

Dr. Miguel Ángel Núñez


“Se alegrarán el desierto y el erial; la estepa se gozará y florecerá como la rosa” Isaías 35:1

El desierto de Atacama es el desierto más árido del mundo. Me encanta. Me gusta el sonido del viento entre las rocas. El perder la mirada en el horizonte que pareciera que nunca se va a acabar. El tener sol permanentemente. He atravesado ese desierto tantas veces que muchos de sus paisajes me son familiares.


Una vez al año se produce un fenómeno único en la tierra. El desierto florece. Sólo una vez en el año caen algunas gotas de agua, que en realidad es una garúa que provocaría risa a alguien acostumbrado a lluvias persistentes y con mucho agua. Sin embargo, basta esa pequeña cantidad de líquido para que el desierto se vista de miles de colores.

Son pequeñas flores que surgen de la tierra yerma. Han sido traídas por el viento desde muchos lugares y sus semillas están allí como muertas, sin embargo, una vez al año surgen con toda su belleza escondida. Sólo dura un par de semanas. Luego el sol quema las flores y el desierto vuelve a ser el de antes con toda su soledad fantasmagórica.

Me agrada la descripción que hace Isaías de la tierra nueva. Dice que “el desierto florecerá” (Isa 35:1). La belleza de la tierra renovada será incomparable. Nunca antes habremos visto tanta hermosura. Las flores que hoy nos parecen bellas, en ese desierto florido nos resultarán irreconocibles en su lindura. Veremos colores que hoy no percibimos y fragancias que no alcanzamos a oler.

A veces hablamos del “cielo” como si fuera un lugar ignoto perdido en algún lejano espacio sideral interestelar. Pero nada de eso es lo que presenta las Sagradas Escrituras. Al contrario, nos dice que será una “nueva tierra” con un “nuevo cielo”. Renovado y transformado.

En esta misma tierra los salvados “edificarán casas y morarán en ellas; plantarán viñas y comerán el fruto de ellas” (Is 65:21). Todo lo que hoy conocemos será distinto, aún la naturaleza porque “el lobo y el cordero serán apacentados juntos; el león comerá paja como el buey” (Is 65:25). Dios pondrá “ríos en la tierra estéril” (Is 43:19).

La tierra nueva es inimaginable porque toda descripción queda corta. Las palabras no alcanzan a describirla y los profetas que alguna vez la contemplaron en visión simplemente no logran encontrar vocablos que les permita contarla de la manera en que la vieron.

Si bien amo el desierto porque mis recuerdos están ligados a él. Sé que cuando Dios restaure todo no habrá tierras yermas. Por eso el espectáculo del desierto florido me ayuda a pensar en la tierra nueva. En la nueva tierra todo será flor y color. Anhelo la venida de Jesús porque quiero contemplar ese espectáculo y ser parte de él.


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© Dr. Miguel Ángel Núñez. Prohibida su reproducción parcial o completa sin la autorización expresa del autor.

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