Perdón, no condena


Dr. Miguel Ángel Núñez

Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por medio de él” (Juan 3:17).
Jesús vino a perdonar y a mostrar la misericordia divina, no a condenar a quienes yerran.


La mayor demostración de la misericordia de Dios es que él vino a vivir entre nosotros. Estuvo entre los seres humanos, viviendo como uno más.

No hay ser humano que pueda borrar la misericordia divina. Por esa razón Pablo dice con tanta convicción:
Estoy firmemente convencido de que ni muerte ni vida, ni ángeles ni principios, ni lo presente ni lo futuro, ni potestades, ni altura ni profundidad, ni ninguna otra cosa creada podrá separarnos del amor de Dios, manifestado en Jesucristo, Señor nuestro (Romanos 8:38-39).
Una iglesia sin gracia

La teoría la sabemos. Hasta allí no hay problema. Sin embargo, cuando la comparo con la realidad, a veces me cuesta ver la misericordia y el amor en los profesos seguidores de Cristo.

Visitar algunas iglesias es un paseo por la condenación, la ironización e incluso, el deseo expreso de que “los pecadores, ardan en el infierno…” ¿Quién es santo, quién es justo, quién es perfecto para emitir esas palabras que le escuché a un líder cristiano hace un tiempo.

Al navegar por foros cristianos donde se pretende “buscar una verdadera adoración”, “encontrar la santidad” o “dar fe de la doctrina correcta” es como un paseo por el horror extremo de la intolerancia, la justicia propia, la vanidad santificada y los peores epítetos hacia quienes “no adoran correctamente” o a quienes simplemente, van por la vida, confundidos, perdidos y como “ovejas sin pastor” (Marcos 6:34).

El lado oscuro de la luna

Así como la luna tiene un lado oscuro, muchos cristianos tienen una faceta que se revela cuando tienen que tratar con el que se equivoca, el que yerra, y el pecador. Palabras que son ambiguas toda vez que todos nos equivocamos, erramos y pecamos.

Existe predilección en algunos cristianos para juzgar, condenar y maltratar a quienes tienen opiniones distintas o conductas que difieren de las de ellos y con ello muestran un lado macabramente perverso. Donde la actitud de condena y suficiencia propia se revela en medio de un discurso paradojal de supuesta reverencia a Dios, el autor del amor.

El espectáculo bajo el árbol de la vida

Anhelo el día en que nos encontremos bajo el árbol de la vida. Allí estarán los que fueron criticados por sus “hermanos”; los desplazados y exiliados de la fe; los que vivieron incomprendidos y maltratados por aquellos que supuestamente tenían el monopolio de la santidad.

Ese día conoceremos a las prostitutas que escucharon a Jesús y abrazaron la fe, pero se mantuvieron en silencio, escondidas de aquellos que a nombre de la religión las aislaron.

Estarán también los publicanos que confiaron en Jesús pero, que tuvieron que buscar vivir la fe lejos de los creyentes que creían que ningún pecador entraría al reino de los cielos.

Los pobres, que vivieron condenados por aquellos que consideraron que la pobreza era señal de falta de bendición, estarán allí, reunidos y gozosos.

Estarán los que se mantuvieron de parte del amor, de la misericordia y el perdón. Aquellos que entendieron que nadie es perfecto y que Dios recibe al que se acerca con humildad y una actitud de contrición.

No hay que equivocarse. La vanidad religiosa, la condena intolerante, la condena de la santidad, quedará fuera, porque no hay lugar para dichas actitudes en un Dios que arriesgó todo el universo para salvar a los que se habían perdidos.

Para recibir la salvación, es preciso tener conciencia de pecador. Quien se convierte en juez, condenador y sabio en su propia opinión, lejos está de un Dios que es todo lo contrario.

Ojalá reaccionemos antes que sea tarde. Antes que la actitud condenatoria sea tan grave que lleguemos a un punto sin retorno, a aquel donde neguemos la eficacia del Espíritu Santo, porque estamos ocupados en criticar a quien no adora como yo lo hago o tiene ideas distintas a las mías.

 Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez

Comentarios

  1. Como es posible que algunos no entienda algo tan simple!: Perdón, no condena. Gracias, una vez más, excelente.

    ResponderEliminar
  2. excelente!...lo veo a cada rato en la mayoría de los que se dicen cristianos, hay un problema de soberbia muy fuerte en las iglesias, utilizando el cristianismo para desplegar sus odios, traumas, complejos, prejuicios y soberbias so pretexto de ser justos , morales y amantes de la verdad....nada más falso....recordemos que 7 cosas abomina Jehová empezando la lista por los ojos altivos, es decir el soberbio, el que se cree lo suficientemente correcto para señalar, criticar, juzgar, mirar por debajo del hombre al que no alcanza su nivel en cualquier aspecto; el que se cree codo a codo con Jesús

    ResponderEliminar
  3. Realmente este articulo es como un bálsamo para mi. !GRACIAS Ptr. Nuñez por publicarlo! Ya que en días pasados me sentii victimizado en una red social tildado de "humanista, ecuménico,relativista y otros calificativos - que por respeto y educación no reproduzco-. Sinceramente me quede triste. Cuan cierto es que aquellos "hermanos" que aparentemente buscan la "verdadera adoración" se muestran con una actitud no solo intolerante,ademas inquisidora; al pretender de ser rectores de la alabanza de otros y quien no piensa como ellos pues es simplemente "hijo de Satanás" . Desde mi punto de vista este es el verdadero "tiempo de crisis" en donde la tolerancia y el respeto sencillamente no existen entre los que nos llamamos hermanos y cristianos. Me pregunto ¿Como serán sus hogares ?. Debemos ser muy cuidadosos ¡Cuidado con el orgullo! Estemos seguros de tener la auténtica mente de Dios. Seamos perdonadores.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Tus comentarios enriquecen este blog, y a las personas que lo leen. Te agradezco por tus aportes. Sin embargo, ten en cuenta que para que se publique lo que comentas debes indicar tu nombre (no se publicará ningún mensaje anónimo), y no debe aparecer ningún enlace a alguna página, número de teléfono, o dirección. Además, no se publicará ningún comentario con tinte ofensivo, homofóbico, discriminatorio, insultante o irrespetuoso. Todo lo demás, es bienvenido.

Entradas populares de este blog

Carta al futuro novio de mi hija

Maledicencia, el pecado del que no se habla

¿Y si no merecen honra?