Historia del texto prueba



Historia del texto prueba 
Dr. Miguel Ángel Núñez


En su libro Pagan Christianity?: Exploring the Roots of Our Church Practices,[1] en el capítulo 11, Frank Viola y George Barna hacen una historia del llamado “texto prueba”.

El uso del texto prueba surgió alrededor del año 1590 cuando un grupo de reformadores, de origen escolástico, decidieron sistematizar las enseñanzas bíblicas utilizando una lógica aristotélica. La idea de fondo, que tenían estos personajes, era que las Escrituras son Palabra de Dios, lo cual es correcto, pero comenzaron a afirmar que cada parte de la Escritura es Palabra de Dios, en sí misma, “sin tomar en consideración el contenido” ni el contexto. Esta idea creo las condiciones para creer que si se toma un versículo bíblico o una parte de un verso, dicha frase u oración es correcta en sí misma y puede ser utilizada para comprobar una doctrina o práctica.

En el siglo XIX Juan Nelson Darby (1800-1882), sacerdote anglicano, elevó esta práctica a la categoría de arte, haciendo que cualquier idea pudiera ser “probada” con frases y oraciones de la Biblia tomadas fuera de contexto.

Esta práctica fue favorecida por la introducción de capítulos y versículos en la Biblia, lo que hizo perder de vista el concepto de totalidad. El año 1227 Stephen Langton (1150-1228), nombrado por el Papa como Arzobispo de Canterbury, introdujo la división de capítulos para el Nuevo Testamento. Luego, en el año 1551 (1503-1559) Roberto Stephanus (también conocido como Roberto Estienne o Robert Stephens), impresor francés, enumeró las secciones bíblicas en versículos, en muchos casos, de manera arbitraria, simplemente con el propósito de favorecer la memorización de secciones de la Biblia.

Sin embargo, lo que Langton y Stephanus hicieron fue crear las condiciones para que los cristianos se acerquen a la Biblia, como dirían Viola y Barna: con “las tijeras y la goma, recortando y pegando oraciones aisladas y desunidas de diferentes” secciones, “levantándolas de su escenario real y uniéndolas para construir doctrinas flotantes”. A esa compilación de ideas, frases y oraciones sueltas, se le suele llamar “Palabra de Dios”, cuando no es más que un “pegoteo” de frases aisladas de su contexto.

¿Qué efectos provoca esta forma de acercarse al texto bíblico?

Desconocer el contexto social e histórico que hay detrás de una determinada situación. Al hacer esto, cada frase aparece como aislada y no se logra entender plenamente, por no saber exactamente la situación que propicia dicha expresión.
Utilizar la Biblia como una especie de manual que sirve para comprobar cualquier punto, sin consideración del contenido textual y amplio en el que dicha frase está ubicada.
Dejar de estudiar la Biblia con propiedad, porque la mayoría se dedica a picar de un lugar a otro, uniendo pequeños fragmentos para “comprobar” su idea particular.

La aparición de las “concordancias” sólo facilitó esta práctica. Se han hecho esfuerzos en los últimos tiempos para revertir esta tendencia con la publicación de Biblias sin división de versículos ni capítulos (o con los números muy pequeños que sean apenas perceptibles), o con la enseñanza de métodos más adecuados para estudiar la Escritura. Sin embargo, es difícil cambiar una práctica que se considera “correcta” en sí misma. Se llega al absurdo de considerar “bíblico” un estudio que es capaz de “pegar” la mayor cantidad posible de textos sobre un determinado tema, sin consideración de contenido ni contexto.

Ejemplos del mal uso


Viola y Barna menciona algunas prácticas habituales en el mundo cristiano como formas comunes de usar el texto prueba. En este sentido vale señalar que no importa cuán común o extendida esté una práctica eso no la convierte en correcta.


Versículos inspiradores

Es una costumbre extendida de una manera tan habitual, que cuesta ver el daño de dicha práctica. Una persona busca versículos que le gusten, que le resulten inspiradores y los resalta en la Biblia, los anota, los memoriza o los pega en sectores de la casa para verlos de manera habitual. Es lo que Juan Carlos Ortiz llama irónicamente “el quinto evangelio”,[2] es decir, el que me gusta a mí.

Un ejemplo es el conocido texto: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). No abra su Biblia, lo invito a repetir de memoria el versículo 12 y el 14, si usted es como la mayoría de los cristianos que conozco, simplemente no será capaz de hacerlo. Pues bien, al leer el texto en su contexto, cambia no sólo el sentido, sino su profundidad. Ahora, vaya a su Biblia y lea el contexto.

Promesas

Es otra forma típica de mal uso de la Biblia. Hay gente que se especializa en tomar las “promesas” de Dios. De hacer colecciones y tiene, casi siempre una “promesa” a flor de labio. El uso más común de estas “promesas” es reclamarle o incluso, exigirle a Dios su cumplimiento. Es lo que han hecho con maestría los teólogos de la llamada “teología de la prosperidad” en los últimos años.

Un ejemplo de este mal uso es el texto de Lucas 12:32: “No tengan miedo, mi rebaño pequeño, porque es la buena voluntad del Padre darles el Reino”. He escuchado sermones y visto este texto pegado en multitud de lugares, sin embargo, nadie cita el versículo siguiente que dice: “Vendan sus bienes y den a los pobres”. No lo veo ni subrayado ni en ninguna lista. El “no tengan miedo” está vinculado a no teman vender todo, regalarlo a los pobres y seguirme.

Mandatos

Otra manera común, buscar versículos donde se indique una determinada manera de hacer las cosas. Se dice que entre los fariseos habían más de 300 ordenanzas sólo de cómo guardar el sábado, la mayoría sacada de frases y oraciones inconexas. Lo mismo hacen algunos hoy, ponen pesadas cargas sobre otros, haciendo uso de textos de “reglas” que cumplir, muchas de ellas tomadas fuera de su contexto.

Un versículo muy citado, en el contexto de la exhortación a leer la Biblia es Juan 5:39, la mayoría de las versiones traduce “escudriñad”, pero el texto original no dice así, Jesús afirma, de manera irónica y a manera de reprensión “escudriñáis las Escrituras”, como una forma de reprenderlos diciendo que ellos escudriñan las Escrituras y no son capaces de ver en ellas al Mesías que está frente a ellos. En otras palabras, el texto no es una exhortación a estudiar, es una reprensión por “estudiar” y no ver. Toda una lección para el día de hoy.

Textos para resistir la tentación

Si visita cualquier librería cristiana, seguramente encontrará algún libro que le señala formas de asustar o resistir a Satanás. La manera común es citando versículos uno tras otro, como una especie de mantra hindú, evidentemente, hay en este uso una forma supersticiosa de usar la Biblia, cuando sería más útil leer y estudiar la Biblia en su contexto textual y cultural, para estar mejor preparado para las tentaciones que sin duda tendremos.

Probar doctrinas

En algunos grupos en particular, esta forma de usar la Biblia está tan extendida que no se logra comprender el daño que hace. Se buscan versículos o frases que “apoyen” determinada idea, y luego se utilizan para machacar o como dicen Viola y Barna, para “machetear a su oponente teológico en unos tirantes bíblicos”. Muchos cristianos actúan como si la mera recitación de versículos, al azar, descontextualizados, y sacados de su contexto cultural sirvieran para acallar a cualquier oponente y terminar la discusión sobre cualquier tema.

Un ejemplo es el uso corriente de Juan 8:32: “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. En dicho contexto se habla de “la verdad del sábado”, “la verdad del régimen pro salud” y un sin número de verdades y se cita este texto como refuerzo. Sin embargo, hay dos cosas que nadie se pregunta a la hora de leer: ¿Qué entiende Jesús por conocer? y, ¿a qué verdad se refiere? Es simplemente un análisis breve del contexto el que nos da la respuesta, el texto está hablando de Jesús como sinónimo de verdad, y el conocer el mantener una relación personal con él, que nos libre del pecado, el mismo que los interlocutores judíos de Jesucristo en ese momento no están viendo.

Textos para corrección o control

Otra forma, es hacer listas de textos que sirvan para controlar o corregir a otros. Se elige un tema de corrección, y luego, se pegan todos los textos que sirvan para ese fin. Aparenta “erudición”, cuando no es más que citas sacadas de su contexto y pegadas de una manera arbitraria para hacerle decir a la Escritura lo que evidentemente, no dice.

Por ejemplo, se suele usar el texto de 1 Timoteo 5:20: “A los que continúan en pecado, reprendelos en presencia de todos para que los demás tengan temor de pecar”. Basado en este texto algunos se sienten con derecho a “reprender” públicamente a quienes cometen errores. El texto es parte de una sección donde Pablo está instruyendo sobre los “obispos” o “presbíteros”, que eran los dirigentes de la iglesia. En ese contexto, señala el cuidado que se debe tener y afirma de manera categórica en el texto 19 que cualquier acusación debe estar respaldada por al menos “dos o tres testigos” (esto como eco de lo que señala Deuteronomio 19:15, también lo menciona en 2 Corintios 13:1). Ahora bien, el concepto “reprensión pública” no tiene que ver con acusación, humillación, ni nada que se le parezca, sino con redención. El público al que se refiere, es la congregación de los santos (en este caso la iglesia de Creta, que ministraba Timoteo), que están buscando, precisamente, la redención del líder, en ningún caso su hundimiento ni escarnio, por eso que insta en el versículo siguiente a que esto se realice “sin prejuicios ni favoritismos”. Lo que implica que toda reprensión debe ser hecha con imparcialidad y amor y con el propósito de restauración. ¡Cuánto daño se ha hecho con el mal uso de este texto!

Predicación

La típica predicación “texto prueba” es cuando un predicador toma una frase, una palabra o una sentencia, y elabora toda una argumentación carente de contexto, y a la cual le adiciona una serie de ideas propias de sus propios prejuicios, preconceptos o estereotipos. Otra modalidad, es el llamado “sermón temático”, que consiste en elegir un determinado tema y luego juntar todos los versículos que contengan una frase, una idea, o una sentencia que de algún modo apoye el tema en cuestión y de esa forma “dar la impresión” de guía temática bíblica, cuando no es más que un “rejunte” de textos tomados, a menudo, fuera de su contexto.


Autor: Miguel Ángel Núñez (Chile/Argentina). Filósofo, teólogo, educador, terapeuta de parejas, 
orientador familiar, conferencista internacional, profesor universitario y escritor.

Licenciado en Teología / Licenciado en Filosofía / Licenciado en Educación
Magister en Teología / Magister en Teología pastoral / Magister en Orientación familiar
Magister en Conflicto y Mediación / Magister en Sexología Clínica (c)
Doctor en Teología sistemática 

Ha escrito 60 libros y cientos de artículos con referato y divulgación.
Escribe constantemente para publicaciones periódicas y sitios web


Referencias

[1] Carol Stream, Ill.: Tyndale House Publishers, 2008.

[2] El discípulo (Buenos Aires: Editorial Peniel, 2007), 16.

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