Psicología del rumor

No generes chismes. Habla sólo sobre lo que comprendes. Chismear es como llevar la basura a la sala de tu casa y disfrutarlo. (Yogi Bhajan).
¿Qué mueve a las personas a transmitir rumores sin ningún tipo de sustento lógico ni evidente? ¿Por qué resulta más sencillo creer un rumor que la verdad simple y llanamente? ¿Qué sucede en la mente de las personas que se sienten compelidas a creer un chisme? ¿Por qué se dicen chismes de algunas personas y no de otras?

Estas son preguntas que me vienen rondando en la cabeza en estos días. He estado lejos de mi país por más de doce años. Cada vez que regreso me encuentro con “novedades”, y varias de ellas relacionadas con mi persona. Confieso que al principio, las supuestas noticias me hacían gracia. Sin embargo, con los años, no sé si yo he perdido el sentido del humor o ya no me parece gracioso que algunas personas inventen historias en relación a otros.

El rumor es un fenómeno social

No se dicen rumores de animales y nadie le interesa chismes sobre mascotas. Lo que a las personas les moviliza es conocer lo que está ocurriendo en la vida de otros.

Hay un mínimo común denominador en la psicología del chisme: Mientras menos atractiva y divertida sea la vida de una persona, más se congraciará con escuchar y divulgar chismes. De alguna forma retorcida, el rumor será una forma de compensar sus propias falencias personales.

Cuando se divulga un rumor por un momento se es centro de la atención. Se asume una posición de superioridad fantasiosa frente a otros y en relación a quien se va a divulgar alguna información.

El rumor les concede a las personas que tienen una vida oscura, apagada y sin sentido, un momento de gloria que los saca de su tedio vital, para poder al menos vivir a través de la vida de otro.

Las características del rumor

En general el rumor se caracteriza por:
  • Dar información ambigua sobre alguien.
  • Proveer datos sobre individuos que de algún modo son interesantes para otros (no se difunden rumores sustentables sobre el mendigo de la esquina, a menos que alguien se entere que el mismo alguna vez fue profesor universitario, allí se convertiría en centro de interés).
  • Lo que se difunde tiene carácter de novedad o primicia, de otro modo, pierde impacto.
  • El que da la información de algún modo se siente en condiciones de dar el dato porque alguna situación relativa le otorga cierta credibilidad (es amigo, vecino, conocido, excompañero, etc.).
  • La fuente siempre suele ser desconocida, las personas se amparan en que lo escucharon de alguien que a su vez lo oyó de otra persona. Establecer exactamente la fuente en ocasiones suele ser una tarea titánica.
  • A menudo no se le da la oportunidad a las personas víctimas del rumor, para desmentir lo que se dice de ellas, simplemente se da por hecho que la información transmitida es verdadera.
  • El rumor, especialmente cuando es corrosivo, produce cierto placer al tener que “saborear” sobre la vida de otra persona, especialmente si la persona chismosa vive una existencia insulsa.
  • Pasa de boca en boca, y a medida que se desarrolla va sufriendo cambios donde se le agregan o quitan detalles que desfiguran la información inicial, casi siempre asociado a las propias experiencias, culpas y sentimientos del que difunde el rumor. Como dice el chiste: “No todos repiten los chismes que oyen. Algunos los mejoran”.
  • Se esparce con mucha facilidad, especialmente si el hecho reviste cierta dosis de escándalo. Mientras más retorcida sea la situación, más fácil es que se escurra entre las lenguas de los chismosos.
  • Omite detalles que podrían darle a la información que se esparce un sentido totalmente diferente.
Para que un rumor pueda circular se deben dar al menos dos condiciones:
  • El asunto deberá revestir cierta importancia.
  • Los hechos reales han de estar revestidos de cierta ambigüedad inducida por ausencia o parquedad de noticias.
Un rumor no posee fundamento, sin embargo pasa de boca en boca, con fines que a menudo son inconfesables. Es notable como los rumores perduran en la mente de las personas, aún después que se ha comprobado que es falso, y es extraordinario como se expande sin ni una mínima prueba que lo respalde. Es la forma más absurda de la comunicación que existe, pero, la que se da con mayor fuerza.

La forma de comunicación del rumor

En general los rumores se basan en percepciones respecto a un hecho puntual que a alguien le parece de importancia transmitir.

Hay dos tipos de rumor, pero ambos igualmente dañinos:
  • El rumor ocioso, nacido en la despreocupación por el impacto que puedan producir los chismes dichos sin medir las consecuencias de sus dichos. Son efectuados en rondas de conocidos o amigos, simplemente por hablar o decir algo, para pasar el rato y sin otro fin que hacer que el tiempo transcurra.
  • El rumor malicioso o intencional, que es premeditado. A menudo surge de manera estudiada y con el fin expreso de causar daño a la honra y la reputación de alguien. En general está asociado a pugnas de poder, envidias, conflictos motivados por sentimientos de inferioridad por el éxito o prosperidad ajena.
Sea el tipo que sea, el daño es evidente, tanto para la víctima del rumor que de pronto ve su honra mermada o su influencia menoscabada, y también para el que emite el chisme, porque va desarrollando el hábito de difundir información sin tener evidencias certeras o se confabula en su mente la tendencia a crear mitos, convirtiéndose de paso en un mitómano (llegar a creer que sus fantasías son reales).

La ironía del que transmite el rumor

Las personas se amparan en dichos tales como:
  • “Me han dicho”… “pero hay que tomarlo como un rumor no más”.
  • “No estoy seguro, pero me contaron”.
  • “Me dijo fulano de tal que, pero, supongo que es un rumor!”.
  • “Supiste lo que le sucedió a…”, … “pero debe ser un rumor, no creo que sea cierto”.
En el fondo la persona sabe que lo que está transmitiendo es un chisme, que no debería hacerlo y debería callar, pero lo dice, amparándose en que supuestamente un rumor, y diciéndole a otro que es tal, en realidad lo que expresa es “yo sé que es un rumor, si lo transmites es tu problema”. No sé si quienes así lo hacen padecen de algún tipo de retraso o simplemente creen que los demás tienen algún problema mental. ¿Cómo puedo prestarme para transmitir un rumor sabiendo que es tal? A menos claro, que me guste enlodar la vida de otras personas y eso me produzca cierto maligno placer.

Tengo tendencia a no confiar en personas que son chismosas, porque si hoy día hablan mal de alguien, mañana, sin escrúpulos también hablarán mal de mí.

Una persona que esparce rumores y chismes es peligrosa. No merece confianza. El que expande el mal es tan culpable como el mal que acusa. Como dice el dicho:
El Chisme es una moneda que empobrece al que la recibe.
O en palabras del dramaturgo inglés George Bernard Shaw:
Un chisme es como una avispa, si no puedes matarla al primer golpe mejor no te metas con ella.
En realidad, para que se expanda un chisme, se necesitan personalidades homogéneas, en otras palabras, personas con el mismo tipo de mentalidad retorcida. No se esparce un rumor cuando alguien dice:

—¿Qué evidencias tienes de que lo que estás diciendo es verdad? Y si es verdad, ¿por qué das a conocer algo que sabes que va a dañar?

A esas personas no se le cuentan chismes, los chismosos saben que no va a prosperar el rumor con alguien que busca honestamente la verdad sobre todo.

Conclusión

Hace poco le comentaba a un amigo acerca de rumores o chismes de los que he sido víctima en los últimos meses, no es raro que me suceda, generalmente le sucede a los que están más expuestos (escritores, predicadores, empresarios, políticos, profesionales de éxito, etc.), y me contestó con una vieja respuesta que procede del Quijote de Miguel de Cervantes:

—Es que la gente tira piedras a los árboles que dan frutos.

Al leer la respuesta en principio asentí, sin embargo, luego me puse a pensar que hay mejores formas de sacar frutas, de hecho, quien apedrea un árbol frutal corre el riesgo de dañarlo y de paso, destruir la fruta. Así que el ejemplo no me parece bueno. Los que tiran piedras al que da frutos, simplemente lo hacen por mala intención, invocando no sé que figura retorcida, pero no es la forma de tratar con otros seres humanos. Como dirían en mi niñez los pescadores:

—Siempre se golpea al pez que asoma la cabeza.

La realidad es que se rumorea o se dicen chismes de quienes destacan en algo. Lamentablemente los seres humanos no somos solidarios con otros. Nos gusta la masa, el anonimato, el ser anodinos, no existir entre otros. Cuando alguno sobresale, entonces, de algún modo, procuramos destruirlo y la forma más sutil, aparentemente inocua, es con el rumor y el chisme, que se esparce como un veneno que tarde o temprano termina por destruir todo, incluso a quienes con su lengua envenenan las relaciones humanas.

La única forma de parar esto, es no ser parte de una conspiración maligna contra otras personas. Como alguien dijera:
Si quieres silenciar el chisme, no lo repitas.
Si se es parte de un chisme es evidencia de que tengo un serio problema personal. En palabras de Eduardo Martí:
El chisme, para la chusma. La información, para la gente.
Una manera un tanto agresiva de decirlo, pero no deja de ser cierto. Quienes prefieren ser parte de la masa sin nombre, propagan chismes. Los que piensan, los que se guían por criterios, los que procuran la verdad, callan, porque saben que difundir un chisme es participar de un atropello sórdido a la vida de otra persona y porque entienden que en algún momento ellos pueden ser las víctimas.

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