Leña del árbol caido
A veces siento pena y, por qué no decirlo, vergüenza de llamarme cristiano. Cuando un cristiano se equivoca, muchos en vez de actuar con caridad y con el espíritu de aquel que pretendemos seguir, obramos como si fuéramos chacales gozándonos de morder y destrozar a la víctima. He venido siguiendo en estos días la situación del sacerdote Alberto Cutié, quien fue sorprendido en una relación de pareja en Miami. Más allá si se equivocó o no, que es tema de otra discusión, me ha impactado la saña de algunos comentarios que se han vertido en la Web. Ha pasado de héroe a villano en pocos días. Recuerdo la primera vez que escuché a este sacerdote, fue en el funeral de una conocida cantante cubana. Su carisma y su fuerza no podrían pasar desapercibidos. Sin duda, es una persona motivada y con una gran pasión por comunicar.