Con lágrimas de gratitud
El agradecimiento sólo es posible cuando se entiende la magnitud de lo recibido. Mientras eso no ocurre transitamos por la vida como si no tuviéramos que retribuir nada, tranquilos en nuestra inconsciencia. Por otro lado, es preciso entender que los acontecimientos que nos ocurren son neutros, somos nosotros los que le asignamos sentido. Ese hecho es importante para entender algunos de los relatos de los evangelios. Las mismas escenas tienen diferentes interpretaciones. Como un calidoscopio, hay múltiples formas de observar el relato. Lucas señala que: Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los secaba con sus cabellos; y besaba sus pies y los ungía con el perfume (Lucas 7: 37-38).