Tolerancia

En estos días estoy teniendo una experiencia sumamente enriquecedora. Estudio por algunos meses en una universidad australiana multicultural, tal como es el país. Mis compañeros de clases son de el Libano, El Salvador, China, Vietnam, Tailandia, Hong-Kong, Taiwan, Japón, Filipinas, Servia, España, Macedonia, Sudán, Turquía, Pakistán, Ucrania, Afganistán, Simbawe, Australia, Camboya, e Inglaterra. Soy el único sudamericano, aunque en otros cursos he conocido a dos personas más una de Argentina y otra de Colombia. Mis profesores son de Australia, Líbano e Inglaterra.



Las religiones son tan diversas como ellos, hay budistas, cristianos, sintoístas, ateos, musulmanes y entre estos últimos los hay moderados y ortodoxos. Algunas de mis compañeras musulmanas cubren sus cabezas y otras no. Uno de mis compañeros es de Taiwan, pero es pastor pentecostal. Una conexión extraña, porque todos sus compañeros chinos son de otro contexto. Los otros cristianos son católicos, ortodoxos, pentecostales y metodistas.

En los estilos de vida, algunos están casados y otros viven junto a una persona, con la que incluso tienen hijos. Una de mis compañeras es la tercera esposa de un varón que tiene cuatro esposas. Hay homosexuales y heterosexuales, y otras diferencias en comida, vestido, etc. Algunos varones usan aros, otros están tatuados hasta la nariz y otros son conservadores en el vestir.

A la hora del recreo del mediodía, la mayoría trae comida desde sus casas, los olores son tan diversos como las personas. Algunas de las comidas que he visto son tan extrañas como sus costumbres. Yo prefiero cruzar la calle e ir a un patio de comidas, un poco por comodidad otro por probar diferentes comidas en la oferta que allí existe, comida árabe, china, mexicana, australiana, libanesa, turca, etc.

Cuando conversamos en los recreos o en los trabajos grupales vamos descubriendo diferencias aún más marcadas, no sólo en lo obvio, sino en estructuras mentales, cosmovisiones, forma de vivir la familia, la amistad, las tradiciones, la religión, etc. En algunos casos, algunas de sus opiniones me resultan extrañas, en otras jocosas, otras me sirven para abrir mi mente y darme cuenta que hay diversas formas de ver la vida y seguir existiendo de manera honesta y equilibrada.

Tolerancia, respeto y entendimiento

Tolerancia no es aceptar lo que a mí me conviene y rechazar lo que está en contra de mis ideas, eso es dogmatismo y acomodación.

Ser tolerante tampoco es una moda, es una forma de vida, que implica aceptar que otros sean diferentes y actúen como tales.

Creer que la forma de vestir, cantar, amar, criar, enseñar, vivir en familia, comer, creer, etc. es la única válida, lleva al dogmatismo y a la dictadura moral, religiosa y cultural.

Por ejemplo, me estoy dando cuenta que algunas de mis ideas respecto al mundo musulmán son estereotipadas y llenas de mitos, al menos, mis compañeras y compañeros musulmanes, se muestran accesibles, amables y sin ninguna intención de imponer sus criterios religiosos.

Dos compañeras, una servia y otra macedónica, son excelentes amigas, aún cuando sus países hayan tenido serios conflictos sociales y políticos. Lo mismo sucede entre los chinos, taiwaneses y los de Honk-Kong, son capaces de explicar las diferencias, pero no por eso se extralimitan en sus opiniones, o consideran a los otros como si fueran enemigos. He visto a pakistaníes e indios, conversando amablemente a la hora de los recreos, sin asustarse uno del otro.

Tolerancia es en primer lugar, respetar y aceptar que las personas tienen derecho, dado por Dios ciertamente, de creer, pensar y vivir como lo deseen.

La religión de la intolerancia

Me desanima ver a muchos religiosos cristianos tener actitudes de intolerancia alarmantes. Se sorprenden de algunas actitudes irracionales de otras religiones, sin darse cuenta de lo que ha sido su propia historia como cristianismo. Es fácil olvidar que la Inquisición con toda su secuela de muerte y terror, las Cruzadas que regaron de sangre y aún mantienen las venas de oriente abiertas, que los Pogroms de Rusia con sus incendios y genocidios criminales, fueron creaciones de cristianos que creían honestamente que ellos eran la encarnación de la santidad.

Debo confesar que le temo a muchos de los santos que están en nuestras iglesias y comunidades religiosas. Con el tiempo he aprendido a desconfiar de muchos de ellos. Mientras más ortodoxo y centrado en las normas, más intolerante se es ante las ideas y elecciones ajenas. No dudo que si pudieran restaurarían la inquisición nuevamente.

Muchos le piden a Dios que los aleje de los malos… Personalmente, más de alguna vez le he pedido que me ponga lejos del camino de los santos que consideran que son los únicos que tienen la verdad, el estilo de vida más sagrado o la idea más cercana a lo que su dios les indica… los aprecio, pero lejos de mí, no sea que en algún momento puedan, y armen una hoguera con mis pobres huesos.

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