El decálogo de un buen Fariseo

  • No mostrarás a nadie tus propias luchas y temores. Actuarás frente a los demás como si todo estuviera superado, sin pecado, impecable y todo arreglado frente a Dios.
  • Serás implacable con los errores de otro. Mostrarte de otro modo podría dar a entender que eres débil, y ese no es un camino adecuado para quien ha elegido vivir como un buen fariseo. 
  • Darás más importancia a las normas que a las personas. Una normativa es infinitamente superior a cualquier persona. La norma debe ser protegida, no importa si en el camino se daña o destruye a alguien, lo importante es que la norma sea salvada.
  • No te asociarás con nadie que no sea de tu secta. Los puros, es decir los fariseos, deben guardarse de la contaminación con cualquiera que no sea digno. Hablar, compartir, ser compasivo, participar en actividades de los que no son puros, es simplemente rebajarte y hacerle un flaco favor a los puros. 
  • Te preocuparás cada día de memorizar y estar atento al cumplimiento de los mandatos de los más puros. Las normas se han creado para seguirlas, un buen fariseo las estudia, las analiza, las memoriza y luego las cumple, sin mediar ninguna excusa obedece sin pensar. 
  • Darás una buena imagen. No importa si tienes dudas o si en algún momento aflora alguna inclinación natural. Todo lo que muestre debilidad, debe ser escondido. Los demás deben verte siempre como un faro que ilumina. Nunca rebeles tus debilidades, eso sería lo más bajo que puedes hacer por la causa de los puros. La imagen lo es todo. 
  • No le darás la oportunidad a los que yerran de explicar sus motivos. Simplemente, ese camino sería excusar la falta y tú no puedes caer en ese juego. El pecador se merece todos los castigos que pueda recibir, darle oportunidad de defensa puede hacer que se creen simpatías o atenuantes que minimicen la falta, y eso no es una buena idea. Los puros deben mantener los estándares altos, a toda costa. 
  • Acuérdate de todas las faltas de quienes han errado en el pasado. Anótalas, guárdales, recuérdalas y cuando tengas oportunidad sácalas a colación. No le des la oportunidad a algún pecador de redimirse. Recordarles sus faltas es la mejor manera de mantener la pureza y evitar que esos impíos se acerquen a los puros, a los que han sabido mantenerse justos a prueba de débiles. 
  • Honrarás de todas las formas posibles a quienes han llegado antes que tú al camino de los puros. Es tu forma de aprender que ellos han tenido que luchar mucho más tiempo que tú en mantener la pureza de la secta y por lo tanto merecen todos tus respetos, elogios y panegíricos, que nunca son suficientes. No dudarás de sus consejos y opiniones, en este caso, la duda es pecado. 
  • Procurarás de todas las formas posibles mantener la pureza de la liturgia, el formalismo y los ritos. Son una forma de mostrar ante el mundo lo que somos. Es una manera extraordinaria de relacionamiento público. No varíes en nada lo que los puros han venido haciendo desde hace mucho. Los puros no explican ni varían, sólo actúan.

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