Obstáculos en el camino
Cuanta la historia que un rey mandó colocar una gran roca para obstaculizar un camino. Luego se escondió y miró para ver si alguien quitaba aquel tremendo peñasco. Algunos de los comerciantes mas adinerados del rey y cortesanos vinieron y simplemente dieron un rodeo. Muchos culparon al rey ruidosamente por no mantener los caminos despejados, pero, ninguno hizo algo para sacar aquella gran piedra del camino. Entonces vino un campesino que llevaba una carga de verduras. Al aproximarse a la roca, el lugareño puso su carga en el piso y trato de mover la piedra a un lado del camino. Después de empujar y fatigarse mucho finalmente lo logró. Mientras recogía su carga de vegetales notó una cartera en el piso, justo en el lugar donde había estado la roca. La cartera contenía una gran cantidad de monedas de oro y una nota del mismo rey indicando que el oro era para la persona que removiera la piedra del camino. El campesino aprendió lo que los otros nunca entendieron. Cada obstáculo presenta una oportunidad para mejorar nuestra condición.
Hay al menos dos clases de personas, aquellos que hacen de los obstáculos una oportunidad para crecer y aquellos que simplemente se dejan aplastar por las piedras del camino.
Es imposible que en nuestro crecimiento como seres humanos estemos libres de problemas y dificultades. Es verdad, sin duda, que muchos tienen más problemas que otros. No obstante, no son los trances del camino los que hacen la diferencia entre una persona y otra. En realidad, las circunstancias de la vida son neutras, nosotros somos los que les asignamos un significado y un sentido.
Como dijera el dramaturgo George Bernard Shaw: “Las personas siempre culpan de lo que son a las circunstancias. Yo no creo en circunstancias. Quienes avanzan en este mundo son los que se elevan y buscan las circunstancias que quieren, y si no pueden hallarlas, las producen”.[1]
El éxito es logrado por quienes deciden seguir adelante pese a todos los obstáculos que encuentran en el camino. Simplemente, deciden ver la vida de una manera distinta, y quizá ese sea el secreto final de todo el asunto. La mirada marca los acontecimientos. Para uno un incidente puede ser una oportunidad y para otro, el mismo puede ser visto como un desastre.
Como alguna vez escribiera:
“No es Dios el que te persigue, es lo que tu has hecho de tu vida lo que te agobia.
No son los cardos los culpables de rozar tu piel, eres tú el que no ha respetado su hogar natural.
No es el sol el que te quema, eres tú el que impide su paso.
No es la lluvia la que te moja, eres tú el que no sabe gozar su abrazo.
No es el trueno el que gime, eres tú el que no distingue su canto de alabanza.
No es que esos ojos te cieguen, eres tú el que no conoce el rostro del amor.
No es que el silencio sea tan profundo, eres tú el que no sabes que esa es la voz de Dios que te habla apacible.
No es el pasado el que te atormenta, eres tú el que no reconoce el sendero de la providencia.
No es la vida la que amarga, es el ajenjo que aún no has digerido.
No son lágrimas las que vuelcas, es tú alma la que respira.
No es que el perdón no exista, eres tú el que no ha olvidado.
No son amigos los que buscas, vas al encuentro de ti mismo.”[2]
Las circunstancias son neutras, somos nosotros los que le asignamos sentido.
Muchas personas han logrado salir adelante pese a las grandes dificultades que han tenido que enfrentar. Muchos pregonan el éxito fácil, como si éste se alcanzara a la vuelta de la esquina sin hacer el menor esfuerzo. No obstante, esa es una idea falsa. La realidad es que los grandes logros se alcanzan a fuerza de tesón y lucha.
¿Qué hacer frente a los obstáculos?
1. Divide el obstáculo. Toda dificultad es la acumulación de pequeños problemas. En muchas ocasiones no podremos enfrentar todos las conflictos de una sola vez, pero, podemos concentrarnos en enfrentarlos poco a poco. Es el espíritu de la enseñanza de Jesús: “Basta a cada día su propio mal” (Mt 6:34).
Elizabeth[3] quedó devastada cuando escuchó de su médico que tenía un tumor canceroso. Su primera reacción fue caer en una profunda crisis depresiva. No obstante, decidió, luego de entender que aquel camino no la llevaría a ningún lado resolver cada cosa paso a paso. Decidió vivir intensamente cada día y concentrarse en las pequeñas cosas que debía ir haciendo. Quedé sorprendido del ánimo que tenía cuando la volvía a ver después de su diagnóstico. A la pregunta ¿cómo estás? respondió con una amplia sonrisa:
-Viviendo cada día intensamente. Me concentro en un problema a la vez.
2. Concéntrese en lo que tiene solución. Todo problema tiene áreas que pueden ser resueltas y otras que probablemente nunca se solucionarán. Descubrir qué aspecto es solucionable y cuál no es parte de la sabiduría para vivir. Muchos viven lamentándose por situaciones que nunca tendrán solución y gastan energía que les resultaría muy favorable si se concentrasen en aquellos aspectos que sí pueden ser solucionados.
Nicolás se vio enfrentado al reto más grande de su vida cuando tuvo que endeudarse en una gran suma de dinero para poder ayudar en el tratamiento de su hermano desahuciado de una enfermedad terminal. Eso significó dejar de lado proyectos personales y asumir compromisos que no había pensado tomar. Sabía que su hermano iba a morir. Sin embargo, no gastó tiempo en lamentarse y dejarse inmovilizar. Luego de una dolorosa enfermedad su hermano murió. Después realizó una planificación cuidadosa con sus deudores y durante cinco largos años estuvo pagando las cuentas de médicos y hospital. Pero, salió adelante. Se concentró en lo solucionable y no en lo que no tenía solución. Esa actitud le ayudó a convertirse en el puntal emocional de su familia para superar aquel trance amargo.
3. Mire el lado positivo de cada problema. Admiro profundamente a quienes ven en cada situación problemática una oportunidad para crecer. No hay situación –por difícil que esta sea- que no tenga alguna lección práctica para nuestra vida y de la cual podamos sacar algún provecho.
Pocos saben que Tomás Alba Edinson, el extraordinario inventor al cual le debemos muchas de las comodidades que hoy gozamos, perdió en horas el trabajo de años. Su laboratorio avaluado en millones de dólares fue completamente destruido por el fuego. El seguro no cubría ni un tercio de su capital. Cuando se produjo el incendio su hijo Charles apareció frenético buscando a su padre, pensando que tal vez lo encontraría en estado de schock viendo la destrucción del trabajo de su vida. Sin embargo, cuando lo encontró lo vio contemplando con toda tranquilidad el fuego. Al ver a su hijo le gritó:
-¡Ve a buscar a tu madre! ¡Jamás verá algo parecido en su vida!
A la mañana siguiente, mientras se paseaba entre las ruinas dijo:
- El desastre tiene un gran valor. Quema todos nuestros errores. Gracias a Dios podemos empezar de nuevo.
Tres semanas después, Edinson entregó el primer fonógrafo.[4]
4. Confía en Dios. Aunque está idea esta puesta al final, es el aspecto que debe permear toda nuestra actitud. Lo que hace la diferencia en la manera en que muchas personas enfrentan las dificultades es su dependencia de Dios. La confianza en el poder divino genera una actitud diferente que permite mirar las dificultades con otros ojos. Es el sentido de lo que expresa Pablo, “a los que aman a Dios todas las cosas los ayudan a bien” (Rom 8:28).
Juan Wesley cuenta en su biografía el momento decisivo de su experiencia cristiana. Atravesaba el atlántico en una precaria embarcación que lo llevaba junto a un centenar de personas desde Europa a América. Viajaba para predicar el evangelio. En medio de la noche se desató una tormenta. Su corazón se aceleró y sintió que nunca podría salir de allí. Sin embargo, en medio de la angustia sintió a un grupo de personas que cantaban himnos. Se acercó a ellos y descubrió que aún los niños se encontraban tranquilos en medio de la borrazca. Les preguntó a algunos de aquellos hermanos moravos la razón de su tranquilidad y ellos simplemente le respondieron extrañados:
-Es que ya hemos orado y nuestras vidas están en las manos de Dios.
Esa confianza hizo que Wesley replanteara totalmente su fe y sus convicciones.
Nadie está exento de problemas. Sin embargo, la manera como los abordemos determinará la calidad de vida que finalmente tendremos.
Referencias
[1] Citado por Sean Covey, Los 7 hábitos de los adolescentes altamente efectivos (México: Grijalbo, 1999), 65.
[2] Miguel Ángel Núñez, Espejo para un adolescente (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1994), 177.
[3] Los nombres son ficticios para no incomodar a los protagonistas reales.
[4] Sintetizado de Jack Canfield y Mark Hansen, Más chocolate caliente para el alma (Buenos Aires: Atlántida, 1997), 222-3.
Hay al menos dos clases de personas, aquellos que hacen de los obstáculos una oportunidad para crecer y aquellos que simplemente se dejan aplastar por las piedras del camino.
Es imposible que en nuestro crecimiento como seres humanos estemos libres de problemas y dificultades. Es verdad, sin duda, que muchos tienen más problemas que otros. No obstante, no son los trances del camino los que hacen la diferencia entre una persona y otra. En realidad, las circunstancias de la vida son neutras, nosotros somos los que les asignamos un significado y un sentido.
Como dijera el dramaturgo George Bernard Shaw: “Las personas siempre culpan de lo que son a las circunstancias. Yo no creo en circunstancias. Quienes avanzan en este mundo son los que se elevan y buscan las circunstancias que quieren, y si no pueden hallarlas, las producen”.[1]
El éxito es logrado por quienes deciden seguir adelante pese a todos los obstáculos que encuentran en el camino. Simplemente, deciden ver la vida de una manera distinta, y quizá ese sea el secreto final de todo el asunto. La mirada marca los acontecimientos. Para uno un incidente puede ser una oportunidad y para otro, el mismo puede ser visto como un desastre.
Como alguna vez escribiera:
“No es Dios el que te persigue, es lo que tu has hecho de tu vida lo que te agobia.
No son los cardos los culpables de rozar tu piel, eres tú el que no ha respetado su hogar natural.
No es el sol el que te quema, eres tú el que impide su paso.
No es la lluvia la que te moja, eres tú el que no sabe gozar su abrazo.
No es el trueno el que gime, eres tú el que no distingue su canto de alabanza.
No es que esos ojos te cieguen, eres tú el que no conoce el rostro del amor.
No es que el silencio sea tan profundo, eres tú el que no sabes que esa es la voz de Dios que te habla apacible.
No es el pasado el que te atormenta, eres tú el que no reconoce el sendero de la providencia.
No es la vida la que amarga, es el ajenjo que aún no has digerido.
No son lágrimas las que vuelcas, es tú alma la que respira.
No es que el perdón no exista, eres tú el que no ha olvidado.
No son amigos los que buscas, vas al encuentro de ti mismo.”[2]
Las circunstancias son neutras, somos nosotros los que le asignamos sentido.
Muchas personas han logrado salir adelante pese a las grandes dificultades que han tenido que enfrentar. Muchos pregonan el éxito fácil, como si éste se alcanzara a la vuelta de la esquina sin hacer el menor esfuerzo. No obstante, esa es una idea falsa. La realidad es que los grandes logros se alcanzan a fuerza de tesón y lucha.
¿Qué hacer frente a los obstáculos?
1. Divide el obstáculo. Toda dificultad es la acumulación de pequeños problemas. En muchas ocasiones no podremos enfrentar todos las conflictos de una sola vez, pero, podemos concentrarnos en enfrentarlos poco a poco. Es el espíritu de la enseñanza de Jesús: “Basta a cada día su propio mal” (Mt 6:34).
Elizabeth[3] quedó devastada cuando escuchó de su médico que tenía un tumor canceroso. Su primera reacción fue caer en una profunda crisis depresiva. No obstante, decidió, luego de entender que aquel camino no la llevaría a ningún lado resolver cada cosa paso a paso. Decidió vivir intensamente cada día y concentrarse en las pequeñas cosas que debía ir haciendo. Quedé sorprendido del ánimo que tenía cuando la volvía a ver después de su diagnóstico. A la pregunta ¿cómo estás? respondió con una amplia sonrisa:
-Viviendo cada día intensamente. Me concentro en un problema a la vez.
2. Concéntrese en lo que tiene solución. Todo problema tiene áreas que pueden ser resueltas y otras que probablemente nunca se solucionarán. Descubrir qué aspecto es solucionable y cuál no es parte de la sabiduría para vivir. Muchos viven lamentándose por situaciones que nunca tendrán solución y gastan energía que les resultaría muy favorable si se concentrasen en aquellos aspectos que sí pueden ser solucionados.
Nicolás se vio enfrentado al reto más grande de su vida cuando tuvo que endeudarse en una gran suma de dinero para poder ayudar en el tratamiento de su hermano desahuciado de una enfermedad terminal. Eso significó dejar de lado proyectos personales y asumir compromisos que no había pensado tomar. Sabía que su hermano iba a morir. Sin embargo, no gastó tiempo en lamentarse y dejarse inmovilizar. Luego de una dolorosa enfermedad su hermano murió. Después realizó una planificación cuidadosa con sus deudores y durante cinco largos años estuvo pagando las cuentas de médicos y hospital. Pero, salió adelante. Se concentró en lo solucionable y no en lo que no tenía solución. Esa actitud le ayudó a convertirse en el puntal emocional de su familia para superar aquel trance amargo.
3. Mire el lado positivo de cada problema. Admiro profundamente a quienes ven en cada situación problemática una oportunidad para crecer. No hay situación –por difícil que esta sea- que no tenga alguna lección práctica para nuestra vida y de la cual podamos sacar algún provecho.
Pocos saben que Tomás Alba Edinson, el extraordinario inventor al cual le debemos muchas de las comodidades que hoy gozamos, perdió en horas el trabajo de años. Su laboratorio avaluado en millones de dólares fue completamente destruido por el fuego. El seguro no cubría ni un tercio de su capital. Cuando se produjo el incendio su hijo Charles apareció frenético buscando a su padre, pensando que tal vez lo encontraría en estado de schock viendo la destrucción del trabajo de su vida. Sin embargo, cuando lo encontró lo vio contemplando con toda tranquilidad el fuego. Al ver a su hijo le gritó:
-¡Ve a buscar a tu madre! ¡Jamás verá algo parecido en su vida!
A la mañana siguiente, mientras se paseaba entre las ruinas dijo:
- El desastre tiene un gran valor. Quema todos nuestros errores. Gracias a Dios podemos empezar de nuevo.
Tres semanas después, Edinson entregó el primer fonógrafo.[4]
4. Confía en Dios. Aunque está idea esta puesta al final, es el aspecto que debe permear toda nuestra actitud. Lo que hace la diferencia en la manera en que muchas personas enfrentan las dificultades es su dependencia de Dios. La confianza en el poder divino genera una actitud diferente que permite mirar las dificultades con otros ojos. Es el sentido de lo que expresa Pablo, “a los que aman a Dios todas las cosas los ayudan a bien” (Rom 8:28).
Juan Wesley cuenta en su biografía el momento decisivo de su experiencia cristiana. Atravesaba el atlántico en una precaria embarcación que lo llevaba junto a un centenar de personas desde Europa a América. Viajaba para predicar el evangelio. En medio de la noche se desató una tormenta. Su corazón se aceleró y sintió que nunca podría salir de allí. Sin embargo, en medio de la angustia sintió a un grupo de personas que cantaban himnos. Se acercó a ellos y descubrió que aún los niños se encontraban tranquilos en medio de la borrazca. Les preguntó a algunos de aquellos hermanos moravos la razón de su tranquilidad y ellos simplemente le respondieron extrañados:
-Es que ya hemos orado y nuestras vidas están en las manos de Dios.
Esa confianza hizo que Wesley replanteara totalmente su fe y sus convicciones.
Nadie está exento de problemas. Sin embargo, la manera como los abordemos determinará la calidad de vida que finalmente tendremos.
Referencias
[1] Citado por Sean Covey, Los 7 hábitos de los adolescentes altamente efectivos (México: Grijalbo, 1999), 65.
[2] Miguel Ángel Núñez, Espejo para un adolescente (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1994), 177.
[3] Los nombres son ficticios para no incomodar a los protagonistas reales.
[4] Sintetizado de Jack Canfield y Mark Hansen, Más chocolate caliente para el alma (Buenos Aires: Atlántida, 1997), 222-3.
PUBLICADO EN EL MOMENTO OPORTUNO... GRACIAS PASTOR.
ResponderEliminarExcelente! Muchisimas Gracias! Dios lo bendiga y lo guarde!
ResponderEliminarhermosas y alentadoras palabras, Pastor. Que Dios le siga bendiciendo ese don que le ha dado, para el crecimiento espiritual de quienes lo necesitan.
ResponderEliminarmuy sabio, el mensaje aunque es dificil canalizar y buscar solución a los problemas siempre hay que mantener la calma y no irse a las primera. pienso que la paciencia es el motor para lograr el !EXITO!.en la vida.
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