Los cuatro temperamentos

Los temperamentos son el horóscopo de los que no creen en la astrología.

En 1966 Tim LaHaye presentó por primera el concepto de “los cuatro temperamentos”, en realidad resucitó una idea que había estado muerta desde la Edad Media.

Según su opinión los seres humanos nacemos condicionados por factores de tipo hereditario que nos haría actuar de una determinada manera, sin que podamos hacer algo al respecto.

Escribió varios libros sobre el tema convirtiéndose en una especie de “biblia” para quienes creyeron en sus conceptos y de paso lo enriquecieron a partir de la ingenuidad de sus lectores.

Publicó sobre el tema:
  • Temperamentos controlados por el Espíritu (1966). 
  • Manual del temperamento: Descubra su potencial (1984). 
  • Por qué actúas de la forma en que lo haces (1988). 
  • Temperamentos transformados (1989). 
  • Temperamentos transformados por el Espíritu (1989). 
  • Aumente el poder de su personalidad (1989). 
  • El varón y su temperamento (1992). 
LaHaye dividió a los seres humanos en cuatro temperamentos básicos: Colérico, Sanguíneo, Melancólico y Flemático.

Origen de la teoría 

La teoría no es nueva, procede de la mitología griega que asignaba a ciertos “humores” las distintas características de los seres humanos. Lo que hizo LaHaye, sin ningún tipo de sustentación científica, es continuar con la misma línea de pensamiento que venía desde antaño y siguió con la tradición de fomentar la ignorancia a partir de un consenso popular.

Según se desprende de la teoría todos los seres humanos tendrían un temperamento dominante y otro pasivo. Eso implicaría que habría varias posibles combinaciones de temperamentos. Se podría ser melancólico-sanguíneo, o sanguíneo-colérico, etc. Cada temperamento tiene características distintivas y en base a esas características las personas serían cotejadas y luego “clasificadas”.

Alguna vez creí en esta idea, hasta que comencé a darme cuenta de sus inconsistencias, ambigüedades, y lo que terminó de convencerme de su error fue la falta de fundamento y sobre todo los efectos que provocaba en las personas, que lamentablemente, inducidas por su concepción persuasiva terminaban siendo fatalistas o conformistas, o una combinación de ambas actitudes erróneas.

Durante mucho tiempo numeras personas han intentado crear tipologías para dividir a los seres humanos categorizándolos y clasificándolos de un determinado modo. En cierto modo es la búsqueda de uniformidad, la anulación de las características individuales y únicas de cada persona.

El problema con la teoría de los temperamentos es que no se rigen por normativas estrictas, simplemente la caracterización se relaciona exclusivamente con el individuo que hace la distinción. Una persona con liderazgo puede ser caracterizada como colérico y otra persona puede “parecerle” que es sanguíneo, dejando la situación a la ambigüedad de quien elabora la descripción, lo que lo hace altamente subjetivo.

Origen ocultista 

Varios autores que han analizado el origen de la teoría, coinciden en señalar que la idea procede de viejos mitos cargados de contradicciones y en prácticas ocultistas ancestrales. La historia de la medicina y las ideas acerca de las enfermedades revela que hasta la Edad Media era común que quienes practicaban la “medicina” (lo ponemos entre comillas, porque en realidad eran chamanes, curanderos o aprendices de médicos), y los sabios y filósofos utilizaban los llamados “humores” del cuerpo, es decir, los líquidos del cuerpo y además, los astros y signos zodiacales para tratar las enfermedades e intentar detenerlas.

En la práctica, la idea de los temperamentos fue desechada y excluida totalmente de los textos de psicología que surgieron en el siglo XX. La razón se debía exclusivamente a la falta de comprobación objetiva de su realidad.

Razón de su popularidad 

Una de las razones por las que la teoría de los temperamentos se ha convertido en popular es porque la mayoría de las personas quiere una explicación para saber por qué razón es cómo es. En buena parte de los grupos evangélicos protestantes existe una tendencia a huir de los análisis psiquiátricos y psicológicos. Es común estigmatizar la psicología y creer que algunas de sus conclusiones proceden de fuerzas malignas. La mayoría de los cristianos que conozco lo último que buscarían es consejo en un profesional de la salud mental. Conozco personas con convicciones cristianas profundas, pero con ideas infantiles acerca de la salud mental, consideran que “exponerse” a la influencia de un psicólogo o psiquiátrica en el fondo es falta de fe o crear la posibilidad de alguna influencia en contra de su voluntad a su mente. Dicha postura no sólo es infantil, sino carece de fundamento lógico. En dicho contexto de superstición es lógico que una explicación tan “sencilla” como los temperamentos venga a dar alivio a personas que quieren entender en parte la complejidad de su propia mente.

En los años que llevo trabajando con personas, he encontrado a creyentes honestos que están dispuestos a creer en la irracionalidad de los temperamentos, pero niegan firmemente la posibilidad de que la psicología o los profesionales de la salud mental puedan ser un aporte para su vida. Es una forma sutil de negación que opta por lo absurdo antes que la lógica de las investigaciones científicas.

Es verdad que hay que tener cuidado al consultar a un profesional de la salud mental, pero no más que el que hay que tener al ir a un dentista, un mecánico automotriz, un médico o un abogado. Charlatanes los hay en todas las áreas del saber, pero eso no invalida el saber en sí mismo.

Las ideas de Tim LaHaye 

Tim LaHaye se ha hecho muy popular en los años recientes, se ha hecho famoso por la saga de novelas que ha escrito sobre el tiempo del fin, algunas llevadas al cine, y donde en un tono amarillista y alarmista, impresiona a los lectores con los supuestos acontecimientos del tiempo del fin.

En realidad, su veta novelesca es desde mucho tiempo atrás. Las ideas sobre el temperamento así lo demuestran, pues no se basan en evidencias sustentables, sino en presupuestos que luego se confirman en una especie de argumento circular donde las personas se ven a sí mismas reflejadas en la descripción y entonces, asumen que son como se les dice, aún cuando algunos inteligentemente se dan cuenta de la irracionalidad de poner a todos los seres humanos en cuatro categorías.

En su libro Temperamentos controlados por el Espíritu, LaHaye reconoce haber tomado la mayor parte de sus ideas del libro Temperament and the Christian Faith (Minneapolis: Augsburg Publishing House, 1962), originalmente publicado en noruego en 1940, del teólogo Ole Hallesby.

El determinismo implícito 

Uno de los conflictos que me produce la teoría de LaHaye es que, siguiendo la lógica del Zodíaco, la conducta de las personas de una manera inconsciente, está determinada por factores ajenos a su voluntad, idea que de un modo u otro se presenta en autores no cristianos como Sigmund Freud y C. G. Jung.

En el caso de las ideas de LaHaye, las conductas humanas de un modo u otro, estarían determinadas por los genes. Los padres darían a sus hijos su propia combinación de temperamentos, y el hijo no tendría nada que hacer ante esta herencia psicológica. En este contexto, ¿para qué hablar de cambio y transformación? ¿Qué sentido tiene la libertad y la conciencia individual?

LaHaye sin quererlo ni buscarlo, termina fomentando el determinismo y el fatalismo. Más de alguna vez he escuchado en tono de resignación pasiva: “Es que yo soy flemático, por eso soy así”; “me enojo porque soy colérico, tienen que entenderme”; “meto la pata porque son sanguíneo, y los sanguíneos no nos callamos nada”. Dichas frases, transmitidas en diferentes contextos, sólo transmiten la idea de conformismo pasivo frente a algo que se ha heredado y por el cual no se puede hacer nada. Cuando comencé a percibir esta actitud, empecé a alejarme no sólo de las ideas de LaHaye sino de todos los autores que de algún modo sugirieran algo similar.

La realidad es que el ser humano es mucho más complejo que la distribución en cuatro categorías. Sin embargo, aunque podemos nacer con tendencias que luego son reafirmadas por el medio ambiente en el que nos encontramos, no hay determinismo ni fatalismo. Somos libres de cambiar el rumbo de nuestra existencia y actuar de manera distinta a lo que indican nuestras influencias. Si no, ¿cómo entender entonces las miles de personas que son capaces de torcerle la mano al destino? Hijos de padres golpeadores que deciden no golpear a sus hijos; hijos de padres con tendencias a la adicción que son capaces por elección de vivir una experiencia diferente; hijos de megalómanos que eligen vivir de manera sencilla y con un enfoque diferente a sus existencias; podríamos estar largo rato con ejemplos similares.

El determinismo se convierte en destino, cuando las personas empiezan a creer que no pueden hacer nada frente a “fuerzas” que los controlan.
  • ¿Tienes tendencia a enojarte y explotar? Eso no implica que seas colérico, es posible que estés siguiendo modelos que no te enseñaron a canalizar positivamente tus emociones. 
  • ¿Te cuesta dominar tu lengua y dices no sólo lo que piensas, sino más de la cuenta? Eso no implica que seas sanguíneo, es probable que sufras de un problema diferente y que nos has aprendido a controlarte, no se puede decir todo lo que se piensa en todo momento, eso provocaría serios daños a otros. 
  • ¿Te sientes melancólico y triste? No es señal de ser melancólico, porque si así fuera ¿cómo explicas que extrovertidos se suiciden? Tristeza pueden sentir todos y la melancolía va y vuelve en la vida de los seres humanos, precisamente por eso, porque somos humanos. 
  • ¿Te dejas influenciar fácilmente por otros sin tener columna vertebral? Eso no significa que seas flemático, conozco personas de distintos “supuestos” temperamentos, que tienen una conducta similar. Es posible que nunca te enseñaron a decir “no” y debes aprender a ser asertivo y expresar lo que realmente sientes. 
El encasillamiento de las tipologías 

Las tipologías y descripciones similares a los temperamentos, tienden a encasillar a las personas. Por comodidad intelectual, por no querer ir más allá y analizar otros factores, es más sencillo caer en este tipo de determinismos que atreverse a pensar que los seres humanos somos mucho más complejo que eso.

El encasillar o encasillarnos produce una sensación finalmente de frustración. Es como entrar a un callejón sin salida. Las personas se ven imposibilitadas de obrar de otro modo porque nada pueden hacer frente a la situación que están viviendo.

El estudio de la personalidad lo que ha demostrado es que existen cientos de rasgos. Eso hace inviable algún tipo de determinismo o predicción. Si LaHaye y sus acólitos tuvieran razón, entonces, podríamos predecir con exactitud el temperamento que tendrá un hijo, pero al observar, especialmente a familias numerosas, lo que se observa es finalmente una rama de características totalmente diferentes. ¿Por qué, si tienen la misma herencia, no tienen el mismo temperamento?

Un horóscopo moderno 

En más de alguna ocasión he calificado a la idea de los temperamentos como un “horóscopo”. En la teoría del zodiaco, los planetas y los astros son los que guían la conducta humana. Cuando se lee la descripción que se realiza en un horóscopo de lo que sucede o sucederá con una persona, lo que se observa son frases anfibológicas.

La anfibología es por definición una frase ambigua, que tiene más de una interpretación, y en el caso que sea será verdadera. Por ejemplo, alguien dice: Pedro fue al pueblo en su auto. Eso se puede entender de dos maneras posibles:

1. Que fue en su propio auto.

2. Que fue en el auto de otro.

Si alguien reacciona y dice que fue en el auto de otro, uno dirá, si en “su” auto, en el auto de la otra persona. En ambos casos es correcta.

La mayoría de las expresiones de LaHaye son anfibológicas, no hay manera de errarle, tal como el horóscopo. Mi horóscopo de hoy dice:

Después de un largo tiempo de desmotivación, en estos momentos sí te sientes a gusto en el trabajo y le dedicas tiempo y ganas a todas tus tareas. Disfrutas de los proyectos, del trabajo en equipo con tus compañeros e incluso con tu jefe. Intenta siempre encontrar el lado positivo.

Por razones laborales deberá reorganizar su tiempo. Aunque se encuentre muy atareado las cosas tomarán pronto su cauce normal. El esfuerzo resultará positivo. Una reunión por cuestiones de papeles. Sugerencia: todo es cuestión de analizar para resolver
”.

Cada vez que leo frases como estas me dan ganas de reír, un poco por la anfibología, y otro poco, por la irracionalidad que se esconde.

¿Quién no se ha sentido desmotivado en el trabajo en algún momento? Así que cualquiera encaja en la primera descripción.

“Intenta siempre encontrar el lado positivo”. Eso se aplica a cualquier signo zodiacal, además, si soy melancólico, como supuestamente lo soy, entonces, me será difícil seguir este consejo.

Todos tenemos que reorganizar nuestro tiempo, por razones laborales, siempre. El mundo del trabajo es cambiante y sujeto a vaivenes económicos y políticos, el reacomodo está presente siempre, así que cualquier signo lo puede tomar.

“Todo es cuestión de analizar para resolver”. Pues claro, para cualquier persona y de cualquier signo.

Si se lee a LaHaye las frases que utiliza para describir los temperamentos son similares:

Tomando citas del libro Temperamentos transformados, en la página 31 describe al melancólico diciendo:

“El Melancólico encuentra sentido a la vida a través del sacrificio personal. Pareciera que siente el placer de estar triste, y con frecuencia elige una difícil vocación que entrañe un gran sacrificio personal. Una vez tomada la decisión, tiende a ser concienzudo y persistente en la prosecución del objetivo, y es casi seguro que lo hará a la perfección”.

Conozco a un supuesto colérico que calza a la perfección en esta descripción, salvo por lo de estar triste. LaHaye salvará la situación diciendo es que probablemente es 70% melancólico y 30% colérico, y ahí entramos en una subjetividad aberrante. ¿Cómo estar seguro de los porcentajes? ¿Es decir, que si me río y cuento chistes soy un 20% sanguíneo, y debo restarle a las otras características temperamentales que tengo? Eso me parece más a zodiaco que a realidad.

De cualquier manera que se lea LaHaye termina teniendo razón, como en el horóscopo, porque es anfibológico. Si un sanguíneo elige una profesión que entraña sacrificio personal (conozco a una supuesta sanguínea que ha elegido una carrera sacrificada), entonces LaHaye saldrá con su teoría de los porcentajes, y si vamos por esa vía, entonces, todo es posible.

Lo más sorprendente es que, como ya lo han notado otros que critican a LaHaye, la descripción de los temperamentos coincide con el horóscopo, y de manera más o menos exacta.

La tipología de LaHaye coincide con al menos cuatro tipos astrológicos de manera casi calcada:
  • Sanguíneo: Si se lee lo que dice la astrología de Sagitario: "Son personas que sobresalen, gente locuaz, afable y en su mayoría se convierten en actores, vendedores y oradores profesionales". En la página 23 de su libro LaHaye sostiene que el sanguíneo es “es el temperamento cálido, campante, vivaz y que goza de la vida”. En la misma página y la siguiente señala que su característica más común es su capacidad de hablar y relacionarse con otros. En la página 24 dice que triunfan como actores, vendedores y oradores. 
  • Colérico: El signo de Escorpión señala que son "Fuertes, a menudo suelen ser crueles y sarcásticos, generalmente son los líderes, son los generales y capitanes de la industria”. En la página 27 LaHaye describe al colérico como: “Fogoso, de genio vivo, activo, práctico, de recia voluntad. A menudo es autosuficiente y muy independiente. Tiende a ser terminante y porfiado; le resulta fácil tomar decisiones tanto para sí como para los demás”. Más adelante agrega que con personas que no sienten compasión por otros, crueles y sarcásticos y a menudo, son los líderes. Una frase anfibológica de LaHaye es: "Muchos de los criminales más depravados del mundo y los dictadores han sido coléricos". 
  • Flemático: La descripción de Tauro en la astrología lo define como una persona "calmada, pacífica, y tranquila, lo que los convierte en buenos profesores y diplomáticos". LaHaye en la página 33 lo describe como un “temperamento calmo, sereno, lento, tranquilo y equilibrado". En la siguiente página señala que son buenos diplomáticos y sobresalen en cualquier actividad que requiera ser meticuloso. 
  • Melancólico: Son los Virgos de la astrología, es decir "Los intelectuales y perfeccionistas, los artistas del mal humor, pero dotados músicos e inventores de este mundo". LaHaye en la página 30 lo describe como “un perfeccionista analítico con tendencia al autosacrificio y emocionalmente hipersensible. Nadie como él para apreciar las artes”. En la siguiente página señala que “pertenecen al grupo de los melancólicos muchos de los grandes artistas, músicos, inventores, filósofos, educadores y teóricos en general”. 
Sobran palabras, y aunque en el zodiaco aparecen 12 descripciones diferentes de las personalidades, con el sistema de LaHaye de los porcentajes y combinaciones, se puede llegar a la misma coincidencia con las otras tipologías astrológicas.

El cambio

No creo en los temperamentos, pero sí creo en que el ser humano puede cambiar. Mi convicción se sustenta en la libertad de elegir, y en el libre albedrío. En la posibilidad que tienen los seres humanos por dejarse influenciar y optar por mejores formas de vida.

No es fácil torcer el “destino”, pero para quienes no creemos en el determinismo, lo que sostenemos es que no es sencillo elegir y mantenerse en esa decisión. LaHaye lo reconoce al final de su libro cuando habla de la acción transformadora del Espíritu Santo, y en ese sentido es razonable. Pero no creo que por efecto del temperamento, sino por el poder que tiene Dios de transformar a las personas que lo desean, que lo buscan, que lo deciden, porque ni Dios puede cambiar a alguien que no quiere cambiar.

Conclusión

No puedo dudar de la buena fe de quienes creen en los temperamentos, sin embargo, siento que aún la buena fe no exime de error ni de estar honestamente equivocado. Mi mayor objeción a la teoría de los temperamentos es que fomenta, aún en cristianos conversos, la idea del destino, el determinismo y por consiguiente, un dejo de fatalidad y resignación frente a la existencia. No creo que esa sea una forma adecuada de vivir, más si se es creyente en un Dios que por definición entiende que los seres humanos somos libres y potencialmente podemos cambiar y ser personas diferentes, torciéndole la mano al “destino”.

© Dr. Miguel Ángel Núñez. Prohibida su reproducción parcial o completa sin la autorización expresa del autor.

Comentarios

  1. Hola,

    Estaba googoleando un poco acerca de los humores, tu anlisis es muy veras y objetivo, a lo largo de los años he tenido bastante curiosidad acerca de todas las teorias del mundo, esta en particular esta bastante cercana a una raiz astrologica-ocultista, tu analisis astrologico es interasente, te expongo lo que la astrologia hace para clasicar sus signos

    Signos de Fuego (lideres, activos, Impulsivos) Calzan con colerico

    Signos de Tierra (Anliticos, seguros, firmes) Melancolicos

    Signos de Aire (extrovertidos, Comunicativos) Sanguineos

    Signos de Agua (Emocionals, Conciliadores) Flematicos


    A mi ver es una copia moderna de la astrologia, OJO que en las empresas de ahora, la area de Recursos humanos utilizan esta nueva informacion disque para supustamente mejorar el negocio. paradogicamente esta es la Era de la Informacion, pero pasa todo lo contrario, desinformacion por donde veas.

    saludos

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  2. Puedo no estar totalmente de acuerdo con lo que dices (con respecto a la teoría de LaHaye) pero aun así, no dejo de admirar el aplomo, la objetividad y el análisis (todo lo objetivo que se pueda ser con una opinión) con que abordaste los puntos.

    En algo si estamos de acuerdo, y es en que tenemos libre albedrío, tenemos la capacidad de cambiar, de aprender de las situaciones. Tambien pienso que las personas que hacen ese tipo de comentarios, estilo "es que soy colérico" se escudan en la teoría para no enfrentar sus propios errores. Muy buen análisis.

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