Siempre sale el sol en el horizonte

Me encantan las mañanas. Mi mejor hora del día es la madrugada y especialmente cuando aparece el sol en el horizonte, para mí, es un mensaje de esperanza, la noche ha sido negra, pero el día renace con toda su luminosidad, es como si la naturaleza nos diera un espaldarazo y nos dijera:

―No te preocupes, todo va a estar bien, respira profundo, sigue adelante, nunca es tan oscuro que el sol no pueda volver a iluminar.

En ocasiones el dolor nos hace perder perspectiva. Nos olvidamos de lo que tenemos y de lo que hemos tenido, de los recuerdos buenos, de las alegrías, de la bonanza de otros días.

Alguna vez leí que la presentadora de televisión Oprah Winfrey tenía una agenda, donde anotaba las buenas experiencias que había vivido, y si en algún momento estaba desanimada, o le sucedía algo que la hacía perder el buen ánimo, simplemente iba a la agenda y leía en la fecha pasada lo que había vivido y se decía a sí misma: “En un día como hoy tuve una buena experiencia, fue un buen día y puede volver a serlo”. No sé si a todos les resultará, pero a veces en medio de la oscuridad olvidamos el color de la luz. 

Todos tenemos días buenos y días malos, la gracia de vivir con sentido es encontrar esperanza en medio de la aflicción y concentrarnos en que siempre es posible volver a repetir los momentos nuevos. Perder la esperanza, es perder algo mucho más valioso que la vida misma, es quedarnos sin sentido, sin norte, sin ganas de continuar viviendo.

Cuando al vivir nos concentramos en lo importante, entonces, podemos respirar tranquilos, sabiendo que nada nos puede afectar, que al final, hemos tocado el cielo con las manos, porque hemos experimentado el amor, la alegría, la belleza, en suma, hemos vivido.

El otro día conversaba con un amigo que perdió recientemente a su hijo de nueve años. Él es abogado, profesor y además, comerciante, dueño de un negocio próspero y me dijo:

―Sabes, ahora las cosas las veo distintas, siento que hay cosas más valiosas que el dinero o el trabajo.

Luego me habló de los momentos hermosos que vivió con su hijo. De las alegrías que experimentó y terminó diciéndome:

―Eso nunca nadie me lo va a quitar.

Y así es, cuando tenemos una pérdida, de la que sea, concentrarnos en la alegría de lo que se ha tenido, es más sabio que sufrir por lo que se ha perdido. Los duelos nunca se superan cuando hacemos un monumento al dolor.

Una vez escuché una anécdota de uno de mis alumnos de posgrado de Colombia. Me contó de un pueblo que había sido arrasado por la guerrilla terrorista de las Farc. Una mujer, que en ese momento no estaba en el pueblo se salvó. Cuando llegó encontró muertos a sus familiares. Sufrió, vivió el duelo con toda su intensidad, pero después pensó para sí misma:
―Mi dolor no los revivirá.

Así que tomó una decisión, se dedicó a juntar los restos de su pueblo, y con la ayuda de otras personas lo reconstruyó, y luego, lentamente y sin apuro, hizo un jardín, un enorme y hermoso jardín al que le dedica todo el tiempo libre que tiene luego del arduo trabajo de sobrevivir. Cuando le preguntan, ella simplemente dice:

―Prefiero recordarlos con la alegría de las flores que llorarlos con las ruinas que nos dejaron.

Es más sabio mirar con esperanza, que con dolor.

Cuando estemos en algún rincón llorando en silencio para que los demás no se asusten, o intentando reprimir las lágrimas para que otros no nos pregunten qué nos pasa, es bueno que recordemos que hemos amado, que hemos reído, que hemos podido contemplar por un momento otros cielos, y no todos los seres humanos pueden decir eso. Hay muchos, que anegados por las lágrimas, y por el pesar, no se detienen a mirar un puesta de sol a la orilla del mar ni a contar las bendiciones que tienen, ni a esperar un futuro mejor, por muy lejano que a veces parezca.

El otro día encontré este poema, desconozco exactamente el autor, pero resume en parte lo que pienso en este momento:

Cuando la vida nos golpea,
como a veces pasa,
el mundo se vuelve gris,
las fuerzas parecen irse,
y un aliento de amargura
se apodera de nosotros.
Pero debes saber, aún en medio
de la desolación,
que cuando la vida te cierra
una ventana,
en alguna parte te está abriendo
una nueva puerta.
Aunque hoy te cueste creerlo,
esta bruma se disipará,
tus piernas tendrán
fuerzas otra vez
y el sol brillará de nuevo.
Puedes estar seguro
¡Eso, también pasará!
No trates de entender
cada detalle de la vida.
No te preguntes más
"¿Por qué a mí?"
Tal vez nunca encuentres
una respuesta para ello.
Ganarás más aceptando
lo que no puedes cambiar,
y decidiéndote por la vida.
Por eso:
¡No te rindas!
¡Tienes mucho por qué vivir!
Si lo requieres, llora
si lo ocupas, grita
Pero ten presente,
que esas lágrimas, si persisten
no te dejarán ver el sol,
que ya comienza a salir,
y que ya ha empezado
un nuevo amanecer.
Piensa en los que te aman
y te necesitan.
Acepta la mano amiga
que se tiende hacia ti...
Y verás como las nubes de la
tormenta empiezan a alejarse,
y cómo a las aves les queda
todavía mucho trino por cantar.
Así que, respira profundo. Levanta
la cabeza y eleva la mirada.
¡Fuerza una sonrisa en tu rostro!
y entonces poco a poco
la vida volverá a tener
sentido para tí.
Vamos: ¡Inténtalo! Ponte de pie
Aún tienes mucho por que luchar.
Otros han pasado por esto antes
y lo han logrado. Tú también
puedes hacerlo.
¡Créeme, eso también pasará!

Siempre, en las mañanas, vuelve a salir el sol. Esa es mi mejor metáfora para comenzar el día, espero que para ti también.

© Dr. Miguel Ángel Núñez. Prohibida su reproducción parcial o completa sin la autorización expresa del autor.

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