Un largo río de vida
Dr. Miguel Ángel Núñez
En algunos sectores, el río Loa va con una fuerza inusitada, en otra pasa por remansos y sotos de árboles y arbustos, logra sobrevivir a duras penas la aridez del desierto, hasta finalmente desembocar en el océano.
Ningún rio realiza su camino exento de dificultades. Pasa por sectores tormentosos, donde sólo el coraje de seguir y las ganas de avanzar hacen posible el avance. Pero, un gran río demuestra de qué está hecho cuando sigue su recorrido.
Luego vienen remansos a menudo de aguas profundas donde prolifera la vida, dónde la tranquilidad y profundidad de sus aguas da espacio a los peces y otras criaturas que gozan de su maravilla.
El río Loa además surca uno de los desiertos más inhóspitos del mundo y lo hace de una manera extraordinaria, protegiéndose con arbustos que crecen en las orillas y forman una especie de techo que impide con su sombra, la evaporación del agua.
Ningún rio realiza su camino exento de dificultades. Pasa por sectores tormentosos, donde sólo el coraje de seguir y las ganas de avanzar hacen posible el avance. Pero, un gran río demuestra de qué está hecho cuando sigue su recorrido.
Luego vienen remansos a menudo de aguas profundas donde prolifera la vida, dónde la tranquilidad y profundidad de sus aguas da espacio a los peces y otras criaturas que gozan de su maravilla.
El río Loa además surca uno de los desiertos más inhóspitos del mundo y lo hace de una manera extraordinaria, protegiéndose con arbustos que crecen en las orillas y forman una especie de techo que impide con su sombra, la evaporación del agua.
Finalmente, al desembocar en el océano lo hace raudo, gallardo, alegre, y no es para menos, ha vencido y sus aguas cantarinas bajan esos últimos metros plenos de alegría y sonoridad, al final, recordándonos que la vida es celebración.
Ayer, día de nuestro aniversario de matrimonio con Mery, pensé que este río podría ser una buena metáfora para 30 años compartidos a la luz de la lumbre de nuestro hogar.
Hemos nacido en las alturas de la juventud, con sueños que se han prolongado una vida. No soñamos vivir todo lo que vivimos, pero aquí estamos, aun avanzando.
Cuando iniciamos nuestra relación algunos de nuestros profesores hacían apuestas que no duraríamos, éramos tan diferentes que suponían que terminaríamos siendo “incompatibles”, pero seguimos, en “la lucha” como dirían en Argentina.
Hemos vivido momentos de ríos tormentosos, pero también de remansos llenos de fructíferos momentos, como río lleno de peces, momentos en que hemos visto juntos el horizonte lleno de luces que producen paz.
Hemos atravesado desiertos, difíciles, complejos, extraños, llenos del calor de la dificultad, pero siempre hemos sido protegidos por nuestra esperanza, por amigos, por familia, por algunos que con su amor nos han cuidado para no ser evaporados por situaciones superiores a nuestras fuerzas.
Son 30 años en más de una docena de casas, de cinco países, de miles de kilómetros recorridos en tres continentes, de vivir momentos diferentes a la luz de distintos soles y geografías.
Dos hijos nos secundan en este viaje. Dos maravillas que han hecho que nuestra vida adquiera un matiz diferente a cada paso. Mery Alin con toda su fuerza, creatividad y energía; Alexis Joel con su simpatía, alegría y serenidad. Ambos, a su modo, han enriquecido cada instante de nuestra existencia. Los dos nos han traído dos hijos más, Denis, el regalo sabio de Dios para nuestra hija y Katy, el torbellino alegre que ilumina la vida de nuestro hijo. Los cuatro nos han enriquecido.
Ayer, día de nuestro aniversario de matrimonio con Mery, pensé que este río podría ser una buena metáfora para 30 años compartidos a la luz de la lumbre de nuestro hogar.
Hemos nacido en las alturas de la juventud, con sueños que se han prolongado una vida. No soñamos vivir todo lo que vivimos, pero aquí estamos, aun avanzando.
Cuando iniciamos nuestra relación algunos de nuestros profesores hacían apuestas que no duraríamos, éramos tan diferentes que suponían que terminaríamos siendo “incompatibles”, pero seguimos, en “la lucha” como dirían en Argentina.
Hemos vivido momentos de ríos tormentosos, pero también de remansos llenos de fructíferos momentos, como río lleno de peces, momentos en que hemos visto juntos el horizonte lleno de luces que producen paz.
Hemos atravesado desiertos, difíciles, complejos, extraños, llenos del calor de la dificultad, pero siempre hemos sido protegidos por nuestra esperanza, por amigos, por familia, por algunos que con su amor nos han cuidado para no ser evaporados por situaciones superiores a nuestras fuerzas.
Son 30 años en más de una docena de casas, de cinco países, de miles de kilómetros recorridos en tres continentes, de vivir momentos diferentes a la luz de distintos soles y geografías.
Dos hijos nos secundan en este viaje. Dos maravillas que han hecho que nuestra vida adquiera un matiz diferente a cada paso. Mery Alin con toda su fuerza, creatividad y energía; Alexis Joel con su simpatía, alegría y serenidad. Ambos, a su modo, han enriquecido cada instante de nuestra existencia. Los dos nos han traído dos hijos más, Denis, el regalo sabio de Dios para nuestra hija y Katy, el torbellino alegre que ilumina la vida de nuestro hijo. Los cuatro nos han enriquecido.
Alexis, Mery, Mery Alin, Miguel Ángel |
En el camino hemos sumado otros “hijos e hijas”, que de nombrarlos serían muchos, pero algunos, nos han enriquecido con su amistad y cariño y siguen haciéndolo: Ninayette, Roxana, Judith, Jacqueline, Sergio, Paola, Daniel, Edelweiss, Felipe, Germán, Priscila, Marcelo y muchos otros, en este largo camino.
¿Cómo resumir toda una vida? Hemos tenido amistad, amor, cariño, empatía, cercanía, dolores, desilusiones, alegrías, risas, sorpresas, fútbol, música, libros, viajes, sueños… y la vida continua.
Un matrimonio no son momentos de una boda ni un noviazgo, de hecho es más fácil preparar una ceremonia y una fiesta de casamiento, que vivir juntos como pareja con todo lo que aquello significa en términos de tolerancia, amistad, amor y compañerismo.
Un matrimonio no está formado por instantes de solaz únicamente, sino que se construye también por los momentos difíciles, como en un yunque de herrero que a fuerza de golpes es moldeado y fresado.
Robert Anderson (1917-2009) alguna vez escribió: “En todo matrimonio que ha durado más de una semana existen motivos para el divorcio. La clave consiste en encontrar siempre motivos para el matrimonio”. Los motivos se construyen en el día a día, a fuerza de esperanza, de amor, de paciencia, de risas, de perdón, de alegría y de locura, porque hay que tenerla un poco para seguir adelante, pese a todo.
Comenzamos esta meta siendo jóvenes, y continuamos, avizorando la desembocadura de vez en cuando, pero siempre ilusionados, como agua cantarina que recorre cientos de kilómetros sabiendo que en el camino ha dado alegría, vida, sueños, esperanzas, y muchas, muchas horas de tranquilidad y gozo.
Pablo Neruda (1904-1973) escribió: “Nosotros los de antaño, ya no somos los mismos”, y si, la vida nos cambia, nos moldea, nos ampara, nos protege, y junto a Mery seguimos este sendero juntos, iluminados por la fuerza del amor, de la amistad y el cariño.
A Mery le gusta mucho un poema que escribió Amado Nervo (1870-1919) y es un buen final para esta reflexión de vida:
"Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje la miel o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales, coseché siempre rosas.
Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡más tú no me dijiste que mayo fuese eterno!
Hallé sin duda largas noches de mis penas;
mas no me prometiste tú sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas...
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!"
¡Muchas gracias Mery, compañera de mi vida, por treinta años de amor, paciencia y cariño!
Un matrimonio no son momentos de una boda ni un noviazgo, de hecho es más fácil preparar una ceremonia y una fiesta de casamiento, que vivir juntos como pareja con todo lo que aquello significa en términos de tolerancia, amistad, amor y compañerismo.
Un matrimonio no está formado por instantes de solaz únicamente, sino que se construye también por los momentos difíciles, como en un yunque de herrero que a fuerza de golpes es moldeado y fresado.
Robert Anderson (1917-2009) alguna vez escribió: “En todo matrimonio que ha durado más de una semana existen motivos para el divorcio. La clave consiste en encontrar siempre motivos para el matrimonio”. Los motivos se construyen en el día a día, a fuerza de esperanza, de amor, de paciencia, de risas, de perdón, de alegría y de locura, porque hay que tenerla un poco para seguir adelante, pese a todo.
Comenzamos esta meta siendo jóvenes, y continuamos, avizorando la desembocadura de vez en cuando, pero siempre ilusionados, como agua cantarina que recorre cientos de kilómetros sabiendo que en el camino ha dado alegría, vida, sueños, esperanzas, y muchas, muchas horas de tranquilidad y gozo.
Pablo Neruda (1904-1973) escribió: “Nosotros los de antaño, ya no somos los mismos”, y si, la vida nos cambia, nos moldea, nos ampara, nos protege, y junto a Mery seguimos este sendero juntos, iluminados por la fuerza del amor, de la amistad y el cariño.
A Mery le gusta mucho un poema que escribió Amado Nervo (1870-1919) y es un buen final para esta reflexión de vida:
"Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje la miel o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales, coseché siempre rosas.
Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡más tú no me dijiste que mayo fuese eterno!
Hallé sin duda largas noches de mis penas;
mas no me prometiste tú sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas...
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!"
¡Muchas gracias Mery, compañera de mi vida, por treinta años de amor, paciencia y cariño!
Felicidades pastor y maestra Mery! Que Dios pueda seguir bendiciendoles y que su matrimonio sea una bencición.
ResponderEliminar:) Hermoso!
ResponderEliminarLOS AMO PAPUCHOS DE MI VIDA, Y FELICITACIONES POR LOS 30 AÑOS JUNTOS, Y POR TODOS LOS QUE VENDRÁN :D
Gracias hija, también te amamos.
ResponderEliminarFelicidades a los dos tortolitos, convertidos ahora en verdaderos ases del amor. Una gran reflexión para todos nosotros que buscamos la felicidad eterna en nuestros matrimonios, muchas veces (pero son tantas), con baches tan profundos que parece difícil salir. Cuando leo historias parecidas a la de vosotros, me animo a seguir luchando por esto... porque con el amor, todo se vence, todo se puede. Y si es con el amor de Dios, la victoria está asegurada.
ResponderEliminarPor 30 años más, salud! Xiscu Chisca
Absolutamente: Dios es nuestro aliado para seguir cada día en este maravilloso invento que él mismo creó.
ResponderEliminarMery, su esposa...