Reflexiones desde la libertad del pensamiento.
Dr. Miguel Ángel Núñez
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El presente ensayo fue quitado del Blog porque fue publicado en el libro AL PASAR LAS HORAS: LO MEJOR DEL BLOG DE MIGUEL ÁNGEL NÚÑEZ disponible en el siguiente enlace
A modo de aclaración Muchas personas me piden que les envíe este artículo, es en muchos sentidos, uno de los más solicitados. Fue publicado poco antes de que mi hija conociera al regalo de Dios que es mi yerno, nuestro hijo Denis. Ha sido impreso por varias revistas. Lo publico porque nuevamente esta semana dos personas me lo han pedido. Aparecerá nuevamente, como introducción al libro que estoy escribiendo: Cartas a Denis: Reflexiones a propósito de ser suegro . En la foto: Mery Alin y Denis
Artículo anterior: Iglesia, murmuración, chisme y rumor Un sabio fue visitado por alguien que se puso a hablar mal de otro amigo del sabio, y este le dijo: —Después de tanto tiempo, me visitas para cometer ante mí tres delitos: primero, procurando que odie a una persona a la que amaba; segundo, preocupándome con tus avisos y haciéndome perder la serenidad; y tercero, acusándote a ti mismo de calumniador y malediciente. Si todos tuviéramos la misma actitud del sabio, no habría maledicientes. Para que una persona hable mal de otra, se necesita alguien que escuche. El que oye es tan culpable como el que habla. Como dijera de manera cómica Tito Maccio Plauto (251—184 a.C.), el autor de comedias latino: Los que propagan el chisme y los que la escuchan, todos ellos deberían ser colgados: los propagadores por la lengua, y los oyentes por las orejas . Maledicencia es sinónimo de calumnia, difamación, engaño, mentira, malicia y vituperio. La forma de lograr que se produzca l
Todos los años, cuando llega el “día de las madres” y “el día de los padres” me surge la misma inquietud: ¿Cómo le damos honra a padres que no merecen que se les honre? ¿Cómo cumplimos el mandato sin sentirnos que estamos actuando de manera hipócrita frente a madres y padres que se han comportado de una manera impropia? Quienes leen mis artículos saben que tengo el más alto concepto de mi madre a quién respeto y amo como una mujer extraordinaria. Sin embargo, no es el mismo sentimiento que tengo hacia mi progenitor, a quien admiro porque siempre fue un hombre trabajador y honrado, sin embargo, no fue padre, al menos como debería haberlo sido, o al menos como sus hijos lo hemos sido con nuestros hijos por ejemplo de nuestra madre. Por lo tanto, he tenido que hacerme la misma pregunta más de una vez. He pensado en la pertinencia de este artículo, y lo escribo pensando en todos aquellos hijos que de un modo u otro tienen el mismo dilema que me he planteado yo.
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