No todo lo que parece es como es

A menudo, cuando viajo, llevo libros y leo en el camino. Veníamos con mi esposa desde el Paraguay. Estábamos a punto de llegar a la frontera con la Argentina; faltaban unos pocos kilómetros, cuando de pronto comencé a escuchar a una mujer que leía en voz alta. Iba en el asiento inmediatamente delante del mío. Por unos momentos intenté concentrarme en mi lectura, pero su voz y los constantes comentarios me hacían muy difícil poder seguir leyendo. Mi esposa me miraba cómo me movía de un lado al otro del asiento, fastidiado. Estaba a punto de decirle a la mujer que por favor leyera en voz baja, cuando de pronto se detuvo el ómnibus. Habíamos llegado a la frontera. Mientras nos deteníamos definitivamente, le comenté a mi esposa cómo podía haber gente tan insensible a los demás y que no pensara en que podría estar molestando a otros. Quería decirle unas cuantas cosas a la señora, para que considerara al resto.