Qué pasaría si midiéramos con esos parámetros...
Hoy día pensé en una conversación imaginaria entre dos dirigentes religiosos, la conversación sería más o menos así:
-Necesitamos a un nuevo líder para la congregación, ¿qué candidatos tenemos?
-Bueno, hay dos, tengo aquí sus hojas de vida, a mi juicio, uno convence más que el otro.
-A ver dígame.
-Bueno, el primero lleva un tiempo predicando, pero, se lo pasa viajando de un lugar a otro como itinerante, no está en ningún lugar fijo. Hay rumores de que suele asistir a fiestas de dudosa reputación, visitando a algunos personajes que no son los más respetados de la comunidad. De hecho es preocupante, incluso he sabido que lo han visto conversando con mujeres que tampoco son las mejores, no me atrevería a decir más por prudencia, pero, queda un signo de interrogación. Siempre se viste de la misma manera, pareciera que no tiene otra ropa. Además, se está juntando con un grupo de jóvenes, ¡cual de ellos más complicado!, ¡hasta dicen que uno de ellos es un terrorista!, y si el río suena... Sé de buena fuente que ha tenido problemas con los dirigentes religiosos en todos los lugares donde ha estado, en general, lo escuchan con atención, pero no da buena impresión y causa polémica en cada lugar donde habla. No hay sermón suyo que no divida a la gente, lo que es verdaderamente preocupante. Suele no hacerle caso a los dirigentes religiosos que se le han acercado para aconsejarle, porque sigue predicando lo mismo. Con decirle que incluso sus propios hermanos lo rechazan y hasta su propia madre está preocupada por él. Lo más problemático, a mi juicio, es que en todo tiempo que ha estado predicando, aún con muy buenas audiencias, no ha llevado a nadie al bautismo.
-Mmm, no pinta bien, ¿y el otro candidato?
-Viene muy bien recomendado. Se ha ganado la reputación de una persona muy hábil en la administración de recursos y personas. Además ejerce muy buenas relaciones públicas, de hecho es de lo que es capaz de hablar de frente con cualquier líder, religioso o político, no se achica con ninguno. Tiene mucho tino para decir las cosas, así que no provoca polémica, la gente suele escucharlo, pero sin armar alboroto después de que él habla, es un orador muy convincente. Tiene un gran carisma y poder de persuasión, tanto que sus amigos siempre lo nombran como su líder natural. Lo respetan y lo escuchan. Viste muy bien, elegante y con ropas que denotan que es una persona que sabe lo que quiere. Tiene fama de meditar muy bien lo que dice, es a mi juicio, un líder nato, muy prudente e inteligente. Tiene don de mando. Tiene un buen porvenir y podría ser de mucha utilidad. Sería un gran aporte para el crecimiento de la congregación, con esos talentos que tiene. No tiene mucha experiencia, pero sus expectativas son mejores, según mi modesta opinión.
-Bueno, no se diga más, fijemos una entrevista con él, me parece que es mejor candidato que el otro que usted menciona.
¿A propósito? ¿Cuáles son sus nombres y de dónde son?
-El primero, Jesús, viene de Nazareth, el otro se llama Judas, no sé bien de qué lugar es.
-Bueno, llamemos a Judas, de seguro hará un mejor trabajo.
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A modo de prólogo:
“Si las cifras fuesen evidencia del éxito, Satanás podría reclamar la preeminencia. El grado de poder moral que caracteriza a una institución es el indicador de su prosperidad. Es la virtud, inteligencia y piedad de las personas que componen la iglesia, y no su número, los que debieran ser motivo de gozo y agradecimiento” (Elena G. de White, Testimonies, 5: 31-32).
"El hecho de que no haya controversia ni agitación entre el pueblo de Dios no debe considerarse como evidencia concluyente de que retienen firmemente la sana doctrina. Hay razones para creer que no disciernen claramente entre el error y la verdad. Cuando no surgen nuevas preguntas por efecto de la investigación de la Escritura, cuando no se levanta ninguna diferencia de opinión que induzca a los hombres a escudriñar la Biblia por su cuenta, para asegurarse de que poseen la verdad, habrá muchos, como en los tiempos antiguos, que se aferrarán a la tradición y adorarán lo que no conocen" (Elena G. de White, Joyas de los Testimonios, 3: 312-313).
"Los maestros de Israel eran esclavos del formalismo. Los fariseos y saduceos estaban en constante contienda. Dejar a Jesús era caer entre los que se aferraban a ritos y ceremonias, y entre hombres ambiciosos que buscaban su propia gloria. Los discípulos habían encontrado más paz y gozo desde que habían aceptado a Cristo que en toda su vida anterior" (Elena G. de White, El deseado de todas las gentes, 359).
"El hecho de que no haya controversia ni agitación entre el pueblo de Dios no debe considerarse como evidencia concluyente de que retienen firmemente la sana doctrina. Hay razones para creer que no disciernen claramente entre el error y la verdad. Cuando no surgen nuevas preguntas por efecto de la investigación de la Escritura, cuando no se levanta ninguna diferencia de opinión que induzca a los hombres a escudriñar la Biblia por su cuenta, para asegurarse de que poseen la verdad, habrá muchos, como en los tiempos antiguos, que se aferrarán a la tradición y adorarán lo que no conocen" (Elena G. de White, Joyas de los Testimonios, 3: 312-313).
"Los maestros de Israel eran esclavos del formalismo. Los fariseos y saduceos estaban en constante contienda. Dejar a Jesús era caer entre los que se aferraban a ritos y ceremonias, y entre hombres ambiciosos que buscaban su propia gloria. Los discípulos habían encontrado más paz y gozo desde que habían aceptado a Cristo que en toda su vida anterior" (Elena G. de White, El deseado de todas las gentes, 359).
"Judas tenía un elevado concepto de su propia capacidad administrativa. Se consideraba muy superior a sus condiscípulos como hombre de finanzas, y los había inducido a ellos a considerarlo de la misma manera. Había ganado su confianza y tenía gran influencia sobre ellos" (Ibid., 514).
"Judas se ofendió entonces por el acto de Cristo de lavar los pies de sus discípulos. Si Jesús podía humillarse de tal manera, pensaba, no podía ser el rey de Israel. Eso destruía toda esperanza de honores mundanales en un reino temporal. Judas quedó convencido de que no había nada que ganar siguiendo a Cristo. Después de verle degradarse a si mismo, como pensaba, se confirmó en su propósito de negarle y de confesarse engañado" (Ibid., 602).
"Judas era tenido en alta estima por los discípulos, y ejercía gran influencia sobre ellos. Tenía alta opinión de sus propias cualidades y consideraba a sus hermanos muy inferiores a él en juicio y capacidad. Ellos no veían sus oportunidades, pensaba él, ni aprovechaban las circunstancias. La iglesia no prosperaría nunca con hombres tan cortos de vista como directores" (Ibid., 665).
Muy buen articulo pastor!!!... Nos encanto!!!... un beso grande desde Noruega!
ResponderEliminar"Buenísimo... parece como eligen a nuestros lideres hoy.. muy buen enfoque y claro.. Gracias por la reflexión".
ResponderEliminarAgradezco la reflexion muy interesante
ResponderEliminarMe impresiona la fase ¨Si las cifras fuesen evidencia de éxito. Satanás habría reclamado la preeminencia...¨, interesante pastor.
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